Columna de Paula Walker: Doble estándar en la discusión constitucional
Por Paula Walker, profesora de la Escuela de Periodismo Usach
Es hora de la política. El turno de la buena política para seguir adelante con un proceso constituyente enredado. La opinión pública es veleidosa. Mañosa, traicionera, tincada. Recordemos que tras el estallido social y semanas de violencia, los ojos se volcaron a los partidos para que -en frenéticas reuniones- se habilitara un proceso constituyente. Luego, los partidos cayeron nuevamente en la maldición del desprecio y en las elecciones de constituyentes las listas de independientes dieron una sorpresa. Partidos históricos como la Democracia Cristiana o los radicales eligieron a una o dos personas. Los partidos de derecha no lograron elegir una cantidad de constituyentes que les permitieran hacer oír su voz.
Durante un año, el proceso constituyente se operó de los partidos. Decía la presidenta del Partido Socialista que el PS estuvo al margen de esas conversaciones. Confidenciaba que era “impuro” juntarse a hablar con la institucionalidad partidaria, según decían algunos constituyentes. Y si alguno quería hablar, lo hacía “a escondidas”. Los partidos de derecha, para evitar poner sus caras en la franja del Rechazo, también escondieron a sus lideres. “Fue un diseño, una estrategia” comentó el senador Chahuán. Al revés, el Apruebo puso toda la carne a la parrilla y a sus líderes partidarios, quienes se disputaban los minutos de cámara para explicar por qué apoyar esa opción.
Ahora que el plebiscito de salida rechazó el texto de una nueva Constitución, viene otro tiempo de trabajo para encontrar acuerdos. Nuevamente es el tiempo de la política y el Presidente ha solicitado (al igual que lo hizo el Presidente Lagos durante su período) dejar en el Congreso el mecanismo para el cambio constitucional. Se trata de que los partidos, vilipendiados durante años, señalen el camino.
Tímidamente estamos presenciando un doble estándar de los partidos que se evidencia con el paso de los días. Tienen al menos dos discursos: uno de cara a la ciudadanía, otro de cara a su público interno. Dicen una cosa por la prensa, la televisión, las redes sociales. Otro discurso se utiliza en privado, en las negociaciones, en reuniones. Las características del discurso público son rimbombantes: cumplir la palabra, respetar al soberano, no apropiarse del triunfo, dialogar sentados en la mesa, pensar en el bien de Chile. Fuera de micrófono, las y los lideres políticos quieren ocupar este tiempo para sacar provechos particulares: que el gobierno pague costos pues leen el resultado como una derrota para el Presidente Boric; otros quieren mostrar rápidamente un acuerdo para sacudirse este mal trago; algunos quieren minutos de TV para darse a conocer.
Tener un doble estándar es lo que ha separado a los partidos de las personas. Decir una cosa y actuar de manera distinta. Esa manera de hacer política esta vez puede tener consecuencias sociales, económicas y de estabilidad muy profundas, mucho más inesperadas de lo que podemos ver. Es de esperar que los partidos estén a la altura.
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