Columna de Paula Walker: El rencor y la política

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Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach

Para quienes se dedican a la política, el ego es un problema mayor. No es fácil de manejar cuando alguien se percibe inteligente o triunfa en elecciones con cientos o miles de votos. Cualquier ataque político en su contra, sea público o privado, puede ser un soplido en la cara o un puñal en la frente. El rencor, la incapacidad de olvidar una crítica o el desprecio se convierte, para muchos políticos, en una compañía para la vida.

El mejor antídoto para combatir el rencor en la política son atributos como la humildad, la profundidad, el pragmatismo y la flexibilidad. Recordar que el rol no es “sobre sí mismos”, sino que responden a la voluntad popular que les cedió momentáneamente la confianza para dirigir los destinos a nivel nacional o local.

“El ego dañado, la venganza, el menosprecio, la vanidad… son poderosos móviles políticos. Pregúntenle a William Shakespeare”, reflexionó en un tuit el escritor Patricio Fernández, ex convencional constituyente, en medio de las interpretaciones que surgieron en torno a la carta del expresidente Lagos. Ahí él no toma ninguna decisión sobre el texto de nueva Constitución: no dice si aprobará o rechazará. Recordemos que las nuevas generaciones políticas de centroizquierda han ninguneado al expresidente de manera consistente. Se le acusa de ser responsable de todos los males. En un acto de humildad, el Presidente Boric lo visita y conversan. Tras el encuentro, el Presidente saca su teléfono y hace una foto juntos (esa pasión enorme de fotografiar todo lo que ocurre…) y la envía por Twitter. La imagen dio pie a que se hablara del “cazador y su presa” y se festinara contra Lagos... A las personas les corre sangre por las venas, seguro que se enojan cuando son víctimas de ataques furiosos. A los expresidentes también les pasa.

En diferentes mensajes o cuñas del pasado, las actuales autoridades (desde el Presidente pasando por algunos ministros o ministras) criticaron duramente a una generación política en Chile. Buscaron rostros emblemáticos y dispararon su artillería verbal. Hirieron egos, activaron la memoria, apareció la libreta negra y la persona aludida tomó nota. Dicho en buen chileno, varios se comieron hartos sapos frente a una clase política nueva que no repetiría los errores del pasado. Y esperaron el momento de volver a la carga.

Esta semana, el país terminó de manera democrática una discusión constitucional profunda y participativa. Se disolvió el poder constituyente y de inmediato se activó la elite política para ningunear el texto, el proceso y minimizar la voluntad popular. Todos sabíamos que repartir el poder nuevamente no sería fácil. Que no dejaría a nadie indiferente. Quitar poder a unos para dárselos a otros genera revancha. Comienzan dos meses de campaña y no hay tiempo para seguir profundizando en los errores de siempre.

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