Columna de Paula Walker: La educación como esfuerzo personal
Probablemente, la fantasía que tenemos muchas personas en Chile es que el sistema de educación marque la diferencia y permita la famosa movilidad social. El sueño sería que, sin importar el dinero familiar, cualquier hijo o hija pueda estudiar en un buen colegio o liceo. Con una buena educación, lograría cumplir sus sueños y enfrentaría su vida según sus esfuerzos o talentos, sin cargar con la frustración del timbre de nacimiento de una familia con o sin ingresos, lo que marcará su destino.
Si pudiéramos hacer un partido político que fuera capaz de sacar adelante el alicaído sistema de educación chileno, tendríamos millones de militantes. Seríamos partidarios de un sistema con los recursos financieros, tecnológicos y pedagógicos necesarios. Con comunidades educativas comprometidas y orgullosas de lo que hacen. Sería un lugar que reconoce el talento, lo premia, lo hace posible. Un sistema que no deja atrás a quienes les resulta más difícil aprender, y a la vez no perjudica al que avanza más rápido. Una educación que hace posible premios nobeles de poesía, que promueve las ciencias exactas, deporte, arte, pensamiento y creatividad. También un sistema que enseña el respeto, la amistad, la solidaridad.
La noche de este martes, en una entrevista de Mónica Rincón por CNN, conocimos la historia de Mariana y Javiera, puntajes nacionales en matemática y premiadas por su trayectoria académica. Una estudió en un colegio particular subvencionado de Noviciado y la otra en un colegio público de Chillán. De los primeros análisis de los resultados de los colegios con mejores puntajes en la prueba PAES para ingresar a la universidad, 97 de ellos son privados. Solo dos son municipales y uno subvencionado. De los 20 primeros establecimientos con mejores resultados, 17 son de tres comunas de la Región Metropolitana, y solo tres son de regiones.
Durante la entrevista, a Javiera y Mónica les preguntaron su opinión sobre la educación. Ambas coincidieron en que la cancha no es pareja, que existe una gran desigualdad: “da rabia, porque todos deberíamos tener las mismas oportunidades, porque al final no entiendo por qué dónde naciste depende la educación que vas a tener”, dice una de ellas. ¿La clave de su éxito? El esfuerzo personal y el apoyo incondicional de sus familias. No son hijas del sistema educativo chileno, son sobrevivientes del sistema de educación que tenemos.
Los esfuerzos del país para tener un buen sistema educacional han sido insuficientes. Intermitentes. Desiguales. Esporádicos. Parciales. Temerosos. De este gobierno y de los anteriores. Por mientras, profundizamos las brechas, las desigualdades, la rabia y la desazón porque un mejor futuro y una vida haciendo lo que a uno le gusta, depende de la plata de mi familia. Tal vez alguna vez lograremos ponernos de acuerdo en que sin una buena educación para todos, estamos fritos como país.
Por Paula Walker, profesora Magíster Políticas Públicas Universidad de Chile
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