Columna de Paula Walker: La guerra y la paz
La Guerra y la Paz es el título de una novela rusa escrita por León Tolstoi y publicada (por partes) a partir de 1865. Basada en la experiencia de las invasiones napoleónicas, es un libro ampliamente documentado y escrito desde la epopeya que viven las personas: cómo es la guerra en las ciudades y en el frente; qué hacen los que pelean y los que resisten; qué reflexionan los héroes y los que sienten miedo. Sobre los soldados y los que dirigen. Del amor y la felicidad.
Como toda obra maestra fue simultáneamente “funada” (como dicen hoy) y alabada desde su aparición. La tildaron de fantasiosa, realista, cruda, sentimental y ensoñadora. Su autor leyó, revisó crónicas y entrevistó a decenas de sobrevivientes de la invasión francesa a Rusia (1812). Tolstoi estuvo marcado por la experiencia del combate, como soldado en la guerra de Crimea (1855) describiendo en esta novela el absurdo de la batalla. La Guerra y la Paz relata con detalle como la vida cotidiana es parte de la historia. Sus personajes anhelan el amor, tratar de vivir en paz y ser felices. Habla de violencia, dios, la fuerza en la batalla, el odio y el inmenso cielo que nos recuerda que somos seres pequeños habitando momentáneamente la historia.
En estos días de horror frente al conflicto entre Israel y Palestina, de crímenes y barbarie, presenciando una escalada irracional y planificada de violencia, solo nos queda pensar en la paz y la esperanza. La guerra no es la alternativa, pero es lo primero que viene. Tras la guerra habrá que construir una paz posible. Construirla sobre el éxito de quien triunfe y el fracaso de quien pierda, levantar el futuro con la participación de invasores e invadidos, de los tuyos y los otros. El mundo tendrá que arreglárselas para asegurar la existencia de dos Estados, con fronteras acordadas y seguras, ganando y perdiendo a la vez. ¿Será posible?
La gran mayoría de las víctimas de las guerras son civiles. De lado y lado. Y es probable que sean civiles los que construyan la paz, para desde ahí influenciar en quienes portan las armas. En el siglo 21, los conflictos se transmiten en directo no solo por los medios de comunicación, sino por el teléfono de las víctimas y los victimarios. Vamos a acceder a millones de verdades personales. Quien tenga paciencia y tiempo tendrá más fuerza de espíritu para la victoria. Cada pérdida y sacrificio será vengado para que tenga sentido. Las acciones personales, como diría Tolstoi, hacen parte de la historia. Pero sin el entendimiento del todo, motivados solo por la venganza, el futuro esconderá la esperanza.
¿La guerra o la paz? Jugar a la guerra y transmitirla a todos tendrá un costo irremontable: imágenes de crueldad y odio reproducidas millones de veces por las redes sociales. Furia transformada en verdad, y convencer que el otro (y nunca los nuestros) son los bárbaros. Cuidar a mis niños, pero degollar a los niños del vecino. Eso no es ningún triunfo, solo es la derrota de nuestra propia humanidad.
Por Paula Walker, profesora Magíster Políticas Públicas, Universidad de Chile
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