Columna de Paulo Hidalgo: Las resonancias de Allende en Daniel Mansuy
Hay que destacar el positivo y amplio impacto que ha tenido el libro Allende del historiador Daniel Mansuy. Es, sin duda, una rigurosa investigación, atenta y respetuosa, además, con la figura de Salvador Allende, uno de los grandes líderes del Chile siglo XX que se transfigura en un mito. Interesante constatar la circunstancia que a menudo, aquellos que están más alejados de grandes conflictos o fuerzas en pugna, están en mejores condiciones de contar la historia o a lo menos acercarse a ella con un mejor talante. Son los casos del notable historiador de la guerra civil española, el británico Paul Preston o del chileno-americano Arturo Valenzuela con su clásico ‘el quiebre de la democracia en Chile’. Pero, pese a ello, aún es difícil, cuando los estudiantes consultan por libros sobre la Unidad Popular, encontrar a un evidente clásico para recomendar.
De los variados hilos que deja el texto de Mansuy a lo menos dos me interesa traer al tapete. ¿Cómo es posible conmemorar luego de 50 años y el paso de varias generaciones, el golpe de estado de 1973 que destruyó la democracia, y trajo una amarga secuela de violaciones a los Derechos Humanos? Puede sonar desembozado, pero me atrevo a sostener que nunca habrá una única interpretación del Golpe de estado. Para unos fue una tragedia que implicó la muerte, el exilio, la tortura, la desaparición y el amargo quiebre de trayectorias vitales de modo irreparable. Para otros, el golpe era inevitable. Estos últimos, destacan los enormes cambios de la arquitectura de Chile y algunos, con más o menos énfasis, señalan como inaceptables las violaciones a los derechos humanos que ‘efectivamente’ ocurrieron. Alemania luego del holocausto y la segunda guerra mundial acepto cultural y políticamente la responsabilidad/culpa de haber gestado una de las máquinas más infernales nunca inventada para matar seres humanos.
A su turno, España, que tuvo una notable transición a la democracia y una merecida entrada a la Comunidad Europea, por razones a la postre entendibles, no enfrentó ni elaboró, hasta ahora, las atrocidades cometidas en la guerra civil de 1938 ¿Qué se puede decir de dos bandos de un mismo pueblo-país que se enfrentan en una cruel guerra?
En Chile si bien no será posible ni tiene sentido esperar que exista una univoca interpretación del Golpe de estado, sí es importante y necesario, desde luego, debatir de modo racional y argumentativo cómo fue y qué ocurrió durante los tres agitados años de la Unidad Popular. Es lamentable que para un sector de la izquierda se haga un estanco cerrado y se clausure el debate en aras de una cierta ‘verdad ' oficial. Más allá de caricaturas o slogans, como lo recuerda el libro de Mansuy, intelectuales como Manuel Antonio Garretón y Tomás Moulian fueron precursores en analizar sin tapujos los errores y desencuentros de la Unidad Popular. Entre otros asuntos clave, un importante sector de intelectuales chilenos, argumentan que el desprecio a la democracia y la visión redentora del socialismo fue el caldo de cultivo de un proyecto político que difícilmente podía ser mayoritario. Basta leer los documentos y amplio material de la época para ilustrar una visión marxista leninista dominante tanto en la versión comunista como más trotskista del Partido Socialista y del MIR para evidenciar el escaso apego a la llamada ‘democracia burguesa’.
De esta manera, tanto Garretón como Moulian fueron el motor inicial de la llamada ‘renovación socialista’ que, en verdad, constituyó un ‘bálsamo’ necesario para promover nuevos propósitos y energías para un amplio sector de la izquierda. El llamado bloque por los cambios en la década de los 80 y el duradero pacto entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana, que fueron el sustento de la Concertación, evidencian el aprendizaje que se tuvo del valor intrínseco de la democracia. Pero con razón Mansuy declara que la actual generación parece no haber leído a la `renovación socialista´ y se ha asilado más bien en el reflejo de las identidades políticas, siempre minoritarias y volubles. También la renovación se quedó corta en elaborar y construir el concepto de una socialdemocracia chilena. Sería el colofón o desiderátum de libre lectura del vivo texto de Daniel Mansuy.
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