Columna de Peter Kornbluh: A 100 años del nacimiento de Kissinger, sus razones para el derrocamiento de Allende
Un memorando secreto del entonces consejero de Seguridad Nacional al Presidente Richard Nixon revela las razones de la intervención de EE.UU. en Chile.
Por Peter Kornbluh, historiador en el sin fines de lucro Archivo de Seguridad Nacional en Washington D.C. Su libro recientemente revisado, Pinochet Desclasificado: Los Archivos Secretos de Estados Unidos Sobre Chile, será publicado por Catalonia (Un día en la vida) el próximo mes.
“Chile”, declaró Henry Kissinger durante un enconado almuerzo en junio de 1969 con el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Gabriel Valdés, “es una daga que apunta directamente al corazón de la Antártida”. Su comentario sarcástico, junto con otras observaciones despectivas, se produjo cuando el consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. reprendió la posición del ministro Valdés de que Washington estaba abusando de América Latina. “El mensaje fue claro”, como me interpretó el hijo de Valdés, el embajador Juan Gabriel Valdés, el comentario de Kissinger. “Todo lo que sucede en Chile no tiene importancia histórica alguna”.
Sin embargo, solo 14 meses después, Kissinger cambió por completo su opinión sobre la importancia de Chile. Después de la elección de Salvador Allende, en la mentalidad de Kissinger, Chile se convirtió en la crisis de política exterior más importante que confronta Estados Unidos. “La elección de Allende plantea para nosotros uno de los desafíos más serios jamás enfrentados en este hemisferio”, escribió Kissinger con énfasis en un memorando SECRETO al Presidente Nixon el 5 de noviembre de 1970, un documento revelador que no ha recibido la atención histórica que merece. “Su decisión sobre qué hacer al respecto puede ser la decisión de asuntos exteriores más histórica y difícil que tendrá que tomar este año, ya que lo que suceda en Chile durante los próximos seis a 12 meses tendrá ramificaciones que van mucho más allá de las relaciones entre Estados Unidos y Chile”.
Mientras Kissinger cumple hoy 100 años, y los chilenos se preparan para conmemorar el 50 aniversario del golpe de Estado militar al que su legado está vinculado para siempre, este parece un momento oportuno para hacer una pregunta simple y básica: ¿Por qué? ¿Por qué la elección libre de un presidente socialista en un país pequeño, distante y, según la dura opinión de Kissinger, geoestratégicamente intrascendente, representaba una amenaza tal para la nación más poderosa sobre la tierra?
El memorando SECRETO que Kissinger le escribió a Nixon dos días después de la investidura de Allende, titulado “Reunión del NSC (Consejo de Seguridad Nacional), 6 de noviembre-Chile”, proporciona respuestas reveladoras a esa pregunta. Descubrí el documento mientras investigaba para revisar mi libro, The Pinochet File, en un conjunto de archivos del personal del NSC desclasificados hace algunos años. Es el santo grial de los registros estadounidenses desclasificados que explican las motivaciones y los fundamentos de Kissinger para atacar y socavar la soberanía de Chile.
Kissinger escribió este memorando de opciones de 8 páginas después de que las operaciones encubiertas de la CIA -que Nixon ordenó y Kissinger esencialmente supervisó- condujeron al asesinato del comandante en jefe del Ejército de Chile, el general René Schneider, pero no al esperado golpe militar para bloquear la toma de posesión de Allende. Los funcionarios del Departamento de Estado prefirieron la diplomacia a la acción encubierta. A Kissinger le preocupaba que el presidente pudiera dejarse influir por la posición del Departamento de Estado de que Estados Unidos podía establecer un modus vivendi con un gobierno de Allende. De hecho, Kissinger sentía con tanta fuerza la necesidad de convencer a Nixon de que adoptara una política de desestabilización que pidió que la reunión del NSC se pospusiera del 5 al 6 de noviembre para poder presentar este memorándum al presidente con antelación.
En la lista de Kissinger de “amenazas graves” planteadas por Allende, el “efecto modelo” de su experimento político pionero parecía el más problemático para los intereses globales de Estados Unidos. “El ejemplo de un gobierno marxista electo exitoso en Chile seguramente tendría un impacto e incluso un valor precedente para otras partes del mundo, especialmente en Italia”, informó Kissinger a Nixon. “La propagación imitativa de fenómenos similares en otros lugares afectaría significativamente el equilibrio mundial y nuestra propia posición en él”. Prevenir esta “propagación imitativa” significaba asegurar que Allende no lograra gobernar. Nixon tuvo que “tomar una decisión”, recomendó Kissinger, “que nos opondremos a Allende tan fuertemente como podamos”, para que fracasara.
En la reunión del NSC al día siguiente, el Presidente Nixon repitió las palabras de Kissinger: “Nuestra principal preocupación en Chile”, dijo al Consejo de Seguridad Nacional, “es la posibilidad de que (Allende) pueda consolidarse y la imagen proyectada al mundo será su éxito”. Las notas tomadas por el director de la CIA, Richard Helms, durante la reunión registran a Nixon diciendo, “si hay una manera de derrocar a A(llende), mejor que lo haga”. Kissinger también planteó ese argumento, de acuerdo con sus puntos de conversación: “La pregunta es si hay acciones que podamos tomar nosotros mismos para intensificar los problemas de Allende para que, como mínimo, fracase o se vea obligado a limitar sus objetivos, y como máximo pueda crear condiciones en las que un colapso o derrocamiento pueda ser factible”.
“Nosotros los ayudamos”. Estados Unidos “hizo que las condiciones fueran lo mejor posible”, informó Kissinger a Nixon en su primera conversación posterior al golpe en septiembre de 1973, cuando el presidente declaró que “sin embargo, nuestra mano no se muestra en este caso”. “La cosa en Chile se está consolidando”, señaló Kissinger, “y por supuesto los periódicos se están desangrando porque un gobierno pro-comunista ha sido derrocado”. “¿No es increíble?”, reflexionó Nixon sobre lo que llamó “esta mierda de los liberales” sobre el desenlace de la democracia en Chile. Kissinger estuvo de acuerdo. “En el período de Eisenhower”, le dijo a Nixon, “seríamos héroes”.
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