Columna de Pilar Hazbun: A un año del Rechazo, ¿qué sacamos en limpio?
Exactamente hace un año atrás, un 62% de chilenos votó rechazo al texto que propuso la ex Convención Constitucional. Si bien las encuestas de los últimos meses previos al plebiscito le daban ventaja a esta opción, nadie vaticinó ni imaginó un resultado tan contundente. Un texto maximalista y refundacional, sumado a la forma (o escasas formas) en que actuó la Convención (pifias y gritos al himno nacional en la ceremonia de inauguración, el caso Rojas Vade, entre otros), llevaron a una gran mayoría a rechazar dicho texto, sepultando de a poco la idea de una nueva Constitución.
Hoy, y tan solo a un año de ese día, nos encontramos inmersos en un nuevo proceso constitucional que ya lleva casi seis meses de funcionamiento y que, al momento, ha despertado escaso interés de la ciudadanía. ¿Posibles razones? Cansancio del proceso constitucional, desilusión de la política, otras prioridades ciudadanas, etc. Quizá también nos apresuramos en embarcarnos en un segundo proceso sin reflexionar profundamente sobre el primero.
El proceso actual ha sido antagónico en las formas respecto al proceso anterior y, tal vez, tan silencioso que no ha sido capaz de atraer y captar la atención de la ciudadanía. Y ha sido antagónico no solo por su tono sobrio, sino porque se observa en quienes lo integran una intención por buscar acuerdos y consensos. Es verdad que no podía ser de otra manera tratándose de la Comisión Experta, por su composición 50 y 50; pero en el caso del Consejo Constitucional, esta intención también se observa, aunque algunos insistan en la idea de que hay quienes quieren “pasar máquina”. El retiro de enmiendas que encarnan parte esencial del ideario de un partido (que responden, por lo demás, a su electorado) o la suspensión de las votaciones para intentar socializar y negociar enmiendas de unidad de propósito, son señales de búsqueda de consenso. Claramente, con ello se busca recoger una lección del proceso anterior, pues en la ex Convención, la mayoría no se preocupó de consensuar normas con las minorías. Pero, llama la atención que quienes hoy reclaman no ser oídos perseveran con fuerza en muchas de sus ideas. Si uno revisa las enmiendas de consejeros oficialistas, aproximadamente dos de tres reviven normas del texto rechazado de la ex Convención o enmiendas ya rechazadas por la Comisión Experta.
Se podría decir que con las votaciones de estos días recién se está haciendo un poco más de ruido e informando los contenidos del nuevo texto. Este mes será clave para ver si se revierte la tendencia y saber quiénes realmente están dispuestos a ceder y comprometidos con este nuevo proceso. Está la oportunidad de poner freno a la incertidumbre de más de tres años y darle a nuestro país una nueva y buena Constitución, y en ello todos los sectores políticos tendrán su cuota de responsabilidad.
Por Pilar Hazbun, coordinadora Programa Legislativo LyD