Columna de Rafael Sousa: Centro político: la espada en la piedra
El centro se ha transformado en un gran misterio de nuestra política post ciclo constituyente. Muchos antecedentes dan cuenta de que este espacio representa una buena oportunidad para los aspirantes al poder, pero quienes lo han explorado con mayor decisión están encontrado más decepciones que satisfacciones. Si atendemos los resultados de la última encuesta del CEP, podríamos apurarnos en concluir que el centro goza de su mejor salud en los últimos 20 años, con un 42% de identificación. La reciente elección ha generado un renovado entusiasmo por lo que pareciera un giro hacia la moderación, atribuyéndole al voto voluntario ese mérito. El oficialismo y Chile Vamos lo desean, lo visitan ocasionalmente, pero no levantan sus tiendas ahí, conscientes de que hacerlo abre flancos por los costados. Demócratas y Amarillos luchan por representarlos, pero su primera prueba electoral ha sido decepcionante. Como en la leyenda de la espada en la piedra, que solo podría extraer el rey legítimo, el centro es reclamado por muchos sin éxito, y quienes han tratado de levantarla parecen agotados.
Esto puede estar sucediendo por distintos motivos que podríamos reducir a tres: falta de representantes, de efectividad en la comunicación o de comprensión respecto de quiénes son. Sobre lo primero, los partidos que alguna vez ocuparon ese lugar -DC, PPD, facciones del PS- tienen pocas posibilidades de volver a hacerlo. Sus alianzas, su discurso y especialmente las políticas públicas que han apoyado en los últimos cinco años los transformaron en otra cosa. Los partidos de Chile Vamos se están beneficiando de esto circunstancialmente, pero son partidos de derecha, algo que se hará más notorio en la campaña presidencial, cuando tengan que buscar votos conservadores. Demócratas es identificado en esa posición pero, sólo un 12% de los identificados con el centro tiene una opinión positiva de Ximena Rincón y casi el 40% no la conoce. Esto nos lleva al asunto de la comunicación: el centro tiene un espacio en la política, pero sigue sin encontrar uno en la comunicación política actual.
Es posible, además, que tengamos una noción equivocada sobre quienes se inscriben en esa posición, confundiendo sus opiniones agregadas con un supuesto perfil típico. Acostumbramos a entender a los centristas como favorables al mercado y a un rol social del Estado, pero la realidad parece ser que son ciudadanos de opiniones flexibles, muchos despolitizados, que más que estar entre la izquierda y la derecha respaldan a unos u otros dependiendo del contexto, coincidiendo en una desaprobación a los extremos. Ellos son el péndulo. Por eso es un error pensar que sus preferencias están ahí, quietas, esperando un intérprete. El centro político requiere una apuesta audaz, como lo han hecho las fuerzas políticas exitosas que han emergido en los últimos años, que vaya más allá de arbitrar las controversias de otros bloques. Mientras tanto, la espada sigue en la piedra.
Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP