Columna de Ricardo Abuauad y Carlos Moreno: Plaza Baquedano hacia el futuro
¿Qué es lo que está en juego en Plaza Baquedano? ¿Cuál es “la pieza urbana” a trabajar? ¿Cómo delimitar esa pieza para aprovechar la oportunidad que se presenta? Si discutir las configuraciones posibles (las “respuestas”) es importante, la experiencia enseña que lo de verdad clave es definir con precisión la “pregunta”.
En julio se cumplen 205 años del decreto que transforma el curso de agua de La Cañada en el “Campo de la libertad civil”, luego la Alameda. De los dos brazos del río (el del sur siempre menor), uno se mantuvo como el Mapocho que conocemos, mientras que el segundo se instaló como la avenida principal de la ciudad. Santiago tiene, desde entonces, dos sistemas paralelos en sentido oriente- poniente: el río, con sus parques e hitos (Museo de Bellas Artes, Estación Mapocho); y la Alameda-Providencia, la arteria de los principales monumentos capitalinos.
Esos dos sistemas avanzan paralelos en toda la ciudad, excepto en un punto en el que se conectan: Baquedano. Más allá de la Plaza, al oriente y el poniente, vuelven a separarse. Eso no es casualidad, ya que la bifurcación de ambos brazos del Mapocho se producía ahí cerca. Es, por así decirlo, el punto de intersección de ambos corredores, el del río y el de la avenida. Una transformación de este lugar tiene la oportunidad de conectar estos sistemas, de rescatar su origen común, y de aprovechar el hecho de que, por lo mismo, es el lugar donde la Alameda se abre al río, al San Cristóbal, a la vista a la cordillera. Porque, como si esta oportunidad fuera poco, en ese mismo lugar cruza el eje Norte-sur de Vicuña Mackenna, que continúa hasta el funicular y el cerro.
Pero para ello habría que redefinir “la pieza” (la pregunta) del proyecto, conquistando también las dos riberas del río, repensando el puente Pío Nono, y la plaza frente a la facultad de Derecho de la U de Chile, donde ya hubo un concurso. Se trataría, entonces, no sólo de pensar lo que actualmente se entiende como Plaza Baquedano, sino un sistema público mayor, a horcajadas del río, que incluya los dos bordes, su puente, sus monumentos. Este proyecto debería pensarse en conjunto, aunque se ejecute por etapas; París es ejemplo de espacios así, que enlazan ambas riberas del Sena. Este es un lugar con identidad propia, pero entendemos que esta mirada más amplia, aunque le agrega complejidad a la gestión, es la que permite capturar su verdadero alcance.
La propuesta de los arquitectos Lyon, Bosch y Martic (ganadores del concurso, lo que debe respetarse) da un paso clave, acercando a los peatones al borde fluvial y conectando los parques: ese mismo impulso puede extenderse y ampliarse. Porque un proyecto de este alcance debería dar un paso hacia una nueva ciudad, una que conecte los espacios públicos y los elementos de paisaje, que rescate su patrimonio, que devuelva el espacio a las personas, que cambie las formas en las que nos desplazamos. Una nueva plaza, sí, pero también una declaración sobre el Santiago al que aspiramos.
Ricardo Abuauad, Decano Campus Creativo UNAB y profesor UC
Profesor Carlos Moreno, creador de la Ciudad de 15 Minutos
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