Columna de Ricardo Abuauad: ¿Arde París? Y Phoenix, Atenas y...
Las noticias de los últimos días suenan apocalípticas, pero no exageradas: la semana y el mes más calientes de la historia (desde que existen registros); récord de temperatura en el Mediterráneo; quemaduras graves por contacto con superficies al sol; Atenas cerrando la Acrópolis; Sicilia en llamas. Un estudio del World Weather Attribution indica que estas olas de calor habrían sido imposibles sin el cambio climático. El título de esta columna recuerda el famoso libro de Collins y Lapierre y, a pesar de que el fuego del que habla es el de la ocupación Nazi, puede aplicarse también hoy.
¿Cómo vivir en ciudades bajo estas condiciones? El ejemplo del nuevo Plan Local de Urbanismo Bioclimático de París, aprobado hace un mes, es un buen caso. La idea es evitar las “islas de calor” e incluye conceptos como rehuir la “trampa de calor” (derivada de la forma de la calle que impide que éste escape); un cambio en materiales de construcción para disminuir el sobrecalentamiento; fomentar la capacidad de evapo-transpiración de edificios y calles; permitir los “corredores de viento”; disminuir el uso de energía. Una de sus claves es la “vegetalización”, que busca reemplazar espacios públicos duros por otros verdes, plantar muros verticales y fomentar los “techos jardín”. La municipalidad trabaja sobre un proyecto para transformar el Periférico (anillo vial parecido a nuestro Américo Vespucio) en un cinturón verde.
Estas medidas son vanguardistas, pero muchas se basan en el sentido común que construcciones antiguas, anteriores a la climatización de los “edificios inteligentes”, ya usaban. Tengo la suerte de frecuentar dos Casonas coloniales, la de Lo Contador y la de Las Condes: sabiduría pura, lista para ser rescatada. Los recintos tienen doble orientación, que permite la vieja pero fundamental “ventilación cruzada”; se abren a corredores techados y galerías que actúan como “moderadores climáticos”; a través de ellos dan a patios verdes, con agua y sombra; las grandes alturas interiores de los recintos alivian el calor. Porque una pista clave para hacer de nuestras ciudades lugares más aptos para lo que se viene, es buscar en esas culturas que han tenido que lidiar con el calor desde siempre, y observar las soluciones que implementaron. Desde los patios árabes con fuentes de agua a las “chimeneas de viento” que succionan el aire caliente, pasando por la ventilación de efecto convectivo, la experiencia nos recuerda algo que ya sabemos: los edificios de fachada cortina de cristal con el aire acondicionado encendido todo el día no son ni la única ni la mejor salida a esta crisis.
ONU nombró una “Directora Mundial del calor”, y Miami tiene una desde hace un par de años. Ellas nos recuerdan que el sentido común, el verde y las tecnologías nuevas usadas en conjunto con las viejas soluciones tradicionales son la esperanza para el futuro. Y que, a pasar de todo lo que hemos evolucionado, no hay nada que se compare a la sombra de un árbol frondoso para pasar el calor.
Por Ricardo Abuauad, Decano Campus Creativo UNAB y profesor UC