Columna de Ricardo Abuauad: Ciudad, orden y seguridad
Por Ricardo Abuauad, decano Campus Creativo UNAB y profesor UC
Vuelve la violencia a Santiago, pero hoy, a diferencia del estallido, el mensaje de la población es claro, y no da lugar a ninguna dañina confusión entre violencia y un legítimo derecho a manifestarse.
No soy de los que creen que el contundente triunfo del Rechazo haya sido solo un problema de forma, pero sin duda sí hubo, también, un problema de forma. Según Cadem del lunes pasado, la primera razón de ese voto (incluso antes que el contenido) tuvo que ver con la evaluación negativa de los constituyentes, después vinieron las discrepancias con el texto. La forma sí importa, importa el orden, importa el respeto y las reglas de convivencia, en cualquier espacio colectivo, físico o simbólico. Según la misma Cadem, las prioridades de los chilenos para este segundo semestre, muy por sobre los derechos sociales, economía y otros, son “delincuencia, orden público y narcotráfico”. Es innegable que los capitalinos, y el resto de los chilenos también, necesitamos respeto, seguridad y paz en los barrios y calles que habitamos. Golpear la ciudad es golpear a sus habitantes, a los que usan el transporte público, a los que hacen trasbordo en horas peak, a los estudiantes que necesitan sus clases presenciales para recuperar lo perdido, a los más vulnerables que no pueden elegir por dónde circular ni a qué hora desplazarse.
Y varias de las autoridades a cargo lo tienen claro. Cuando inauguramos hace unos días CIUDHAD en la UNAB (Centro de Investigación Urbana para el Desarrollo, el Hábitat y la Descentralización, dependiente de las facultades de Ingeniería, FEN y Campus Creativo), los tres panelistas (Gloria Hutt, Claudio Orrego y Carolina Tohá, a solo días de asumir como ministra), dieron cuenta de su conocimiento y compromiso en temas urbanos, más allá de discrepancias naturales. La misma ministra declara hoy, con toda razón, que “el derecho a quemar buses y romper semáforos no existe”, y que “no es legítimo, podría entenderse cuando ha fallado la democracia, pero no es el caso”. Lo mismo el subsecretario Monsalve: “aquí no hay representación de una demanda del pueblo chileno, acá hay hechos de violencia”. El gobernador Orrego sostiene que los encapuchados merecen el repudio de todos. Solo coincidencias, entonces.
Vuelve la violencia a Santiago, esa que quiere presentársenos como un frente legítimo e inseparable (una primera línea) de un proceso social que, detrás y más tarde, termina logrando cambios. Pero, si esa indispensable distinción no estuvo clara en el estallido (esa diferencia entre movilización y desmanes, entre descontento social y destrucción del patrimonio, entre derecho a expresarse y ataque a la ciudad que compartimos), hoy las cosas son distintas. Parece haber consenso en que toda violencia debe ser contenida y que deben usarse todos los mecanismos que el Estado de Derecho entrega para que así sea. Solo queda actuar con firmeza y sentido de urgencia, y las fechas y conmemoraciones que vienen en septiembre y octubre serán para ello una prueba de fuego.
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