Columna de Ricardo Abuauad: Ciudades sin niños

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Ciudades sin niños.


No es un fenómeno chileno: en Nueva York, el número de niños de menos de 5 años ha disminuido en 18%; en San Francisco, un 15,4%; en Chicago, 14,6%. En USA, muchas urbes perderán el 50% de esa población en las próximas dos décadas. ¿Causas? Falta de vivienda, costos de vida, inestabilidad laboral, poco apoyo en la crianza y otros muchos factores. También cambios valóricos: en Corea del Sur, una de las sociedades con envejecimiento más veloz, las “no-kids zones” aumentan cada día, y siete de cada diez adultos las aplauden.

En Chile, donde se suma el temor a la delincuencia -que cambia conductas-, los números son alarmantes: 27% de caída en nacimientos en la última década. En 2024, nuestra tasa global de fecundidad se desplomó en 23%, el descenso más abrupto del mundo. A este ritmo, es probable que el problema en el futuro no sea el de contener la inmigración, sino de atraerla.

¿Ciudades chilenas sin niños en el futuro? Las consecuencias serán enormes. Habrá una menor necesidad de viviendas grandes, y mayor demanda de departamentos pequeños. Eso hará, al mismo tiempo, que haya menos estímulo para tener niños, porque no habrá suficientes viviendas aptas para eso. Las zonas residenciales pensadas para familias se reconvertirán en modelos más adecuados para adultos y adultos mayores: probablemente se privilegiarán áreas más mixtas en usos, con más departamentos bien conectados y menos casas periféricas. Los equipamientos educacionales (primero los jardines, luego las escuelas, más tarde varias universidades) tenderán a reconvertirse por falta de matrícula. Los espacios públicos, pensados con frecuencia como lugares de juegos para la infancia, se moverán hacia un uso adulto o intergeneracional. El envejecimiento de la población demandará mayor infraestructura y servicios para adultos mayores, y se ampliarán significativamente los centros de salud orientados a ese público. Las viviendas y el transporte atenderán las necesidades de una población con restricción de movimiento. Los patrones de movilidad también cambiarán: menos niños significa menos viajes relacionados con escuelas, y eso alterará los patrones de tráfico. Se producirán cambios significativos en el ritmo urbano, con horarios diferentes, menos animación y menor actividad en las mañanas. Habrá sin duda escasez de mano de obra, y recarga en los sistemas de salud y previsional. En la gran escala, las regiones con menos oportunidades laborales perderán probablemente mayor población, que se desplazará hacia las grandes urbes.

Esta semana se conoció el ingreso mensual necesario para comprar un departamento de tres dormitorios, apto para una familia con niños; casi 3 millones en La Cisterna o Cerrillos, 18 en Vitacura. A este ritmo, la escena de “Children of Men” (la película distópica de Alfonso Cuarón sobre un mundo sin nacimientos) en la que Clive Owen recorre una escuela abandonada y un ciervo se pasea por los corredores en los que antes hubo alumnos, puede que no nos resulte tan distante.

Por Ricardo Abuauad, decano Campus Creativo UNAB y profesor UC

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