Columna de Ricardo Abuauad: Coyhaique, acuerdo de ciudad
A veces las grandes ciudades centrales, con el enorme porcentaje de población que reúnen, y también con sus crisis, opacan lo que ocurre más allá de ellas, especialmente si se trata de algo bueno. Pero esta columna trata justamente de eso: una ciudad -Coyhaique-, un equipo técnico, un proceso de planificación y un acuerdo ciudadano. La forma en la que se ha hecho merece atención, porque podría ser una buena base para el resto del país.
“Coyhaique, la ciudad que queremos”, desarrollado por la Corporación Ciudades con el apoyo de la CChC de esa urbe, trabaja una “Visión de ciudad”, un modelo integrado que, a diferencia de los instrumentos públicos con los que contamos hoy, aborda en conjunto los diferentes asuntos claves del desarrollo. Así es como se indica que debe hacerse en la Política Nacional de Desarrollo Urbano de 2014, pero casi una década después aún no se hace, y ahí está la primera clave. En efecto, parte por la realización de un diagnóstico, con análisis territoriales, de medio ambiente, movilidad, vivienda, patrimonio, educación, y varios otros. A partir de eso, se desarrolla una imagen objetivo, con respuestas a preguntas como ¿Y si consolidamos la conectividad de la ciudad? ¿Y si aprovechamos la naturaleza circundante? ¿Y si ponemos en valor nuestro patrimonio? Se proponen luego piezas estructurantes, como bordes naturales, ejes urbanos, zonas, un plan de implementación e iniciativas priorizadas.
Un segundo aporte es la utilización del Indicador de Bienestar desarrollado por el Centro de Inteligencia territorial de la UAI y la CChC, con información actualizada, crítica y pertinente que permite basarse en datos objetivos.
Pero probablemente lo más destacable de esta iniciativa, y ahí su tercer aporte, es la conformación de una Mesa de Ciudad. Se trata de una plataforma de discusión donde están integrados actores como el sector académico (la Universidad Austral, Universidad de Aysén, y otros), los gremios y el sector privado (corporaciones, radios, clubes deportivos), organizaciones sociales, ministerios y servicios públicos, la municipalidad. Fruto de esa Mesa es la firma de un “Acuerdo de Ciudad”, un pacto ciudadano entre todos estos actores, de largo plazo, que incluye un variado espectro de personas y opiniones, comprometidas en obras de confianza para el bien de la ciudad y el territorio.
Podría decirse que esto resulta más fácil en una ciudad del tamaño de Coyhaique. Es cierto. Pero también puede verse como un laboratorio, uno que deberíamos tener en cuenta para abordar los otros grandes desafíos, probablemente mayores, que requieren nuestras ciudades. Un Acuerdo de Ciudad, incluso de Comuna, podría constituir un elemento central en la construcción de una base común que le permita a nuestras ciudades recuperarse de las crisis que las afectan: desde los centros históricos deteriorados a la reconstrucción después de los incendios de estos días, estos Acuerdos de Ciudad seguramente serán indispensables herramientas para el futuro.
Por Ricardo Abuauad, decano Campus Creativo UNAB, profesor UC
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