Columna de Ricardo Abuauad: ¿Es usted un buen turista?
¿Planeando un viaje, una escapada en los próximos días? Usted es, entonces, un turista. Pero, a pesar de los enormes ingresos que la industria del turismo genera, debe saber que no todos los turistas son iguales, y que no todos los destinos los reciben igual de contentos. Y eso tiene sus razones: hay buenos y malos turistas, y hay consecuencias positivas y negativas.
Seguramente ya vio las protestas en Barcelona: visitantes escapando de los locales enardecidos por el ruido de los megáfonos de los guías, la suciedad en las playas y, sobre todo, por el alza en los valores de arriendos. Lo mismo en Venecia, Canarias o Atenas, con las hordas que apenas caben en las callecitas al bajarse de los cruceros. O Ciudad de México, donde los turistas fueron conminados a “comportarse más éticamente” por la crisis de agua potable. O Amsterdam, cansados de visitantes en busca de cannabis o sexo pagado; y Kioto, donde los turistas de Gion (distrito de las geishas) traspasan las delicadas reglas de lo privado. Todo esto exacerbado por los influencers, que llevan a sus seguidores a los mismos lugares, a hacer las mismas cosas, obtener las mismas fotos.
¿Las medidas que estas y otras ciudades han tomado para protegerse del turismo “depredador”? Subir el impuesto por visitante o limitar severamente los arriendos turísticos que distorsionan la oferta, como en Barcelona. Permisos específicos para entrar a las playas, como en Marsella. O derechamente prohibir arriendos de corto plazo, como en Nueva York o Medellín (en proyecto aún). O instalar una barrera que dificulta a los 4.000 visitantes diarios del Monte Fuji sacarse la misma foto, en el mismo spot.
La industria del turismo, que durante años se vio como La Meca de ciudades que requerían inversiones, hoy se asocia también con degradación y encarecimiento de la vida para los locales. ¿Es usted un buen turista? Cuando planifica su viaje, ¿busca operadores y modos de transporte sustentables en el uso de recursos? ¿Deja los lugares que visitó tal como los encontró, o mejor? ¿Evita traer de vuelta “souvenirs” prohibidos (plantas, rocas, antigüedades)? ¿Se limita a los senderos establecidos en áreas protegidas? ¿No contamina o hace uso indiscriminado del agua? ¿Prefiere a los pequeños productores en vez de grandes cadenas? ¿Come y compra lo local? ¿Respeta las costumbres del lugar, cuida el patrimonio?
La BBC publica el artículo “El mundo se rebela contra los ‘malos turistas’”; hay que leerlo, y sobre todo no ser uno de ellos. El manifiesto de Anthony Bourdain (el famoso chef fallecido en 2018) era “sea un viajero, no un turista”. Pero, cuando está bien pensado, el turismo es fuente de aprendizaje, recuperación del patrimonio e ingresos. No se trata de evitarlo ni de disfrazarlo de algo que no es. Sí se trata, en cambio, de repensar la industria, y de ajustar los comportamientos para que esa extraordinaria experiencia – ¡viajar! - siga siendo positiva tanto para quienes la practican como para los lugares que los reciben.
Por Ricardo Abuauad, Decano Campus Creativo UNAB y profesor UC