Columna de Ricardo Abuauad: No eran Suiza

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En mayo de 2021, en este mismo medio, comenté en la columna “Gran Valparaíso, una oportunidad” que las autoridades comunales de Valparaíso y Viña del Mar -recién electas o reelectas en ese momento- tenían una oportunidad única de trabajar en conjunto por la recuperación de esa área metropolitana en crisis. A mediados de 2022, cumpliéndose un año de esas administraciones, en otra columna (“¿Y el anuncio?”) pregunté por ese plan de recuperación que ya debería estar en marcha, pero que no veía aún la luz. ¿Y hoy, cerca de cumplir un segundo año, en qué vamos?

Durante esta última semana, al menos dos reportajes de T13 (“Valparaíso bajo asedio de delincuentes” y “Los vándalos de Valparaíso en acción”) mostraron imágenes impactantes de las condiciones de vida en las calles y plazas del puerto, con escenas de violencia, drogas y destrucción. “De ciudad patrimonial a metrópolis fantasma”, era la bajada de uno de esos reportajes; los testimonios son escalofriantes.

En el recién publicado Índice de Calidad de Vida Urbana 2022, de la CChC y el Instituto de Estudios Urbanos de la UC, las noticias tampoco son alentadoras: Viña del Mar, que hasta la medición anterior se encontraba en el estándar “medio-alto”, cae ahora al “medio-bajo”; y si bien las cifras de la medición 2022 son muy similares a las de 2021, esta vez quedó por debajo del promedio nacional, que subió. En el caso de Valparaíso, la aguja no se movió: en las mediciones 2021 y 2022 se ubica en el doloroso estándar “bajo”.

“No vivíamos en Suiza”, reaccionó la alcaldesa Ripamonti ante los resultados del índice, explicando que se trata de un deterioro de larga data, que comenzó antes de su llegada. Cierto. El alcalde Sharp, en los reportajes de T13, igualmente explica que la crisis no puede ser atribuida exclusivamente al municipio. También cierto. Pero la pregunta no es -no debe ser- si las autoridades municipales son o no responsables de la crisis en su origen. El asunto central es si, sabiendo el estado en el que se encuentran las comunas bajo su mandato, existe un plan, una voluntad, una convocatoria capaz de cambiar la situación, de unir actores tras un liderazgo claro. Dar garantías para que las inversiones lleguen, para que los vecinos se queden, para que el patrimonio se ponga en valor. Aunque los diagnósticos de Valparaíso y Viña sean diferentes, parece claro que la solución debería venir de un trabajo en conjunto. Lamentablemente, nada de eso es claro aún, y el tiempo se agota.

Un año más de deterioro. No, no eran Suiza, pero Valparaíso sí fue “la perla del Pacífico”, y Viña del Mar, “la ciudad jardín”; un balneario excepcional. Es justamente por su prestigio y valor de antaño que el deterioro actual es tan triste. No eran Suiza, sino otra cosa, propia, valiosa, nuestra, querida.

A fines de este mes, en el Día de los Patrimonios, será posible volver a algunos de sus monumentos más reconocidos. Buena instancia para retomar fuerza y lanzar esta tarea de recuperación que, la verdad, aún no comienza.

Por Ricardo Abuauad, decano Campus Creativo UNAB y profesor UC