Columna de Ricardo Abuauad: Una casa sin barrio
¿Están nuestras ciudades preparadas para recibir la masiva llegada de nuevas viviendas que el Plan de Emergencia Habitacional del Minvu propone? El plan, que indudablemente posee virtudes y que plantea la construcción de 260 mil nuevas unidades durante este gobierno, tiene sin embargo desafíos importantes; el primero, lograr lo que se propone. Pero incluso si lo hiciera, ¿qué barrios, qué ciudades recibirán a estas viviendas?
Vale la pena leer con atención el “Estudio de vivienda, planificación y bienestar territorial”, recientemente publicado por la Corporación Ciudades, que concluye que el 79% de las comunas con mayor proyección de construcción de viviendas no cuenta con un plan regulador actualizado (documento clave de la planificación chilena), y que el promedio de la desactualización es ni más ni menos que de 21 años. Eso quiere decir que la última vez que se pensó el futuro urbano de esas zonas fue... ¡el año del atentado a las Torres gemelas; el año en que se crea Wikipedia! Antofagasta, donde se construirían más de 12.000 unidades para resolver su crisis, tiene un documento de planificación de 18 años de antigüedad, lo mismo Viña del Mar. Dieciséis mil de esas viviendas se harían en comunas que no tienen plan.
Pero eso no es todo. El estudio de la Corporación Ciudades también cruza la localización de estas viviendas con la matriz de bienestar humano territorial de la UAI, que identifica zonas con necesidades en acceso a servicios, variables ambientales e infraestructura, entre otros. De acuerdo con este índice, casi 47.000 de estos hogares serían construidos en localidades que no cuentan con las condiciones necesarias para suplir sus necesidades y demandas. En suma, y cruzando ambos criterios, el 75% de las comunas que recibirán la mayor cantidad de viviendas no cuentan con un plan regulador actualizado y, además, tienen un índice de bienestar territorial medio-bajo (casi 400.000 nuevos habitantes vivirán en esas condiciones, algo más que la población total de La Florida).
En simple, esto quiere decir que, incluso logrando el número que el plan del Minvu se propone, estos nuevos inmuebles se instalarían en lugares que nadie ha pensado, y que, incluso antes de la llegada de nuevos vecinos, no poseen una buena calidad de vida. ¿Volveremos a hacer casas sin barrios, como las hicimos en el pasado? Ya sabemos hacia dónde conduce eso. Hace unas semanas escribí una columna comentando el desequilibrio entre el aspecto “vivienda” y el de “ciudad” en el presupuesto de inversiones del Minvu 2023; los datos de este estudio solo refuerzan esta preocupación.
Por último, tiene razón Vicente Burgos, jefe de la DDU, cuando dice que el problema de los planes reguladores no es exclusivo de las zonas donde se piensan estas viviendas, en que debe agilizarse el sistema de planificación urbana, y que basarse para ello en las propuestas del CNDU es sensato; razón esta última además para reactivar el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, que es clave, y que se encuentra inexplicablemente congelado.
Por Ricardo Abuauad, decano del Campus Creativo UNAB y profesor UC