Columna de Rodrigo Guendelman: Monocultívate

Wildfires in Chile
Firefighters work to extinguish a wildfire in Rio Claro, Chile, February 7, 2023. REUTERS/Ivan Alvarado


“Harto de leer tweets que reducen la tragedia de los incendios forestales en Chile a una ocasión más para desplegar sus respectivas agendas ideológicas monotemáticas y confirmar que todo es culpa de sus respectivos adversarios”, dice en su cuenta de Twitter el Doctor en Historia y profesor de la Universidad Católica, Alfredo Riquelme. No puedo estar más de acuerdo. Hemos visto de todo en esta catástrofe veraniega. La solidaridad más profunda y la mala leche en plenitud. Desde las heroicas compañías de bomberos viajando cientos de kilómetros por todo Chile para apoyar a las regiones del sur afectadas, así como los voluntarios que han venido desde distintos países para cooperar, hasta gente que busca culpar a una industria (la forestal) porque sus árboles se queman muy rápido o porque tienen el beneficio de un subsidio (el decreto ley 701, ¡que venció hace más de diez años!). No parece ser suficiente el leer y escuchar en todas partes que en Chile no existen los incendios espontáneos o naturales, que en su totalidad son por causa humana, ya sea por la intención de hacer daño o por negligencia. Esa es la razón de esta tragedia.

¿Acción premeditada y organizada o una suma aleatoria de pirómanos que coincidieron con un invierno y primavera lluvioso que aumentó la cantidad de biomasa potencial de combustible, altas temperaturas, fuertes vientos y baja humedad? Eventualmente, eso lo sabremos más adelante. Pero hay que repetir hasta el cansancio: los incendios no se provocan, los provocamos. Los árboles no prenden solos, los prende el fuego que iniciamos los humanos. “Es que hay exceso de plantaciones forestales en Chile”, dicen algunos. Como nos encanta compararnos con países desarrollados, es bueno saber que en Países Bajos el 90% de los bosques son plantados, en Reino Unido e Irlanda, un 89%; Suecia tiene un 90% de su superficie cubierta de bosques, de los cuales el 80% es productivo. ¿Y en nuestro país? El 24% del territorio nacional está cubierto por bosques: 14,6 millones de hectáreas corresponden a bosques nativos y sólo 2,2 millones a bosques plantados. ¿Y en la Araucanía, una de las zonas afectadas este verano? Allí, la industria forestal representa cerca del 15% de la superficie. “Es que el pino y el eucaliptus utilizan mucha agua y secan las napas subterráneas, lo que predispone el terreno a los incendios”, es otra acusación clásica. Los pinos y eucaliptos no se riegan, extraen agua lluvia desde el primer metro de profundidad de suelo y, por lo tanto, no compiten con los pozos o napas subterráneas. Y este dato es muy interesante: más de un 98% del agua que captan los árboles vuelve a la atmósfera para continuar el ciclo hidrológico.

Vamos a la frase más repetida entre los que apuntan a los árboles como responsables de la tragedia, especies que en boca de algunos los hacen aparecer como verdaderos masoquistas de la naturaleza: “los monocultivos de pinos y los eucaliptos son el problema”. Veamos. Sí, claro, cuando hay un incendio los pinos y los eucaliptos se van a quemar. Pero, de la misma manera, el maqui, el lingue y el peumo también, y antes que el eucalipto, según indica un estudio de la Universidad Federico Santa María. Aquí es necesario hacer un paréntesis histórico. Fue Federico Albert, profesor y científico alemán traído a Chile en 1899 por el presidente Balmaceda y que es considerado el padre de la conservación medioambiental en nuestro país, quien incentivó la revegetación de Chile con especies de rápido crecimiento (pino y eucalipto, entre otros), pues a fines del siglo XIX “Chile sería un desierto antes de un siglo”, advertía el gran Benjamín Vicuña Mackenna. Comenzó en esa época una serie de acciones, normativas e incentivos tributarios que enfrentaron de manera extraordinariamente exitosa la deforestación y la degradación de los suelos que habían producido la colonización de sur, la agricultura extendida, la producción de carbón mineral y la minería.

“Chile es uno de los pocos países del mundo que ha logrado revertir la deforestación y aumentar su superficie forestal, ubicándose como el tercer país en el planeta con mayor aumento de superficie de bosques entre 2010-2015; y entre los doce países que aumentaron más de un 10′% sus bosques en los últimos 25 años”, explica un documento preparado por el Banco Mundial y CONAF para la COP 25, cuyo título es “Los bosques de Chile. Pilar para un desarrollo inclusivo y sostenible”. No, los recientes incendios de Viña del Mar no obedecen a una conspiración del sector inmobiliario y no, tampoco los incendios actuales del sur son culpa de los pinos y los eucaliptos. Es el ser humano, ya sea criminal o pelotudo, el gran responsable de estas desgracias.

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.