Columna de Rodrigo Martin: Una alternativa de acción rápida
Si bien, al pensar la localización ideal de una cárcel de alta seguridad en nuestro país, las ideas de utilizar una isla lejana en el sur o a la mitad del desierto en el norte parecen las más adecuadas, la necesidad de responder de forma efectiva al problema de delincuencia que enfrentamos en la actualidad nos demanda a pensar en el corto, mediano y largo plazo.
Plantear la discusión polarizada entre una ubicación y la otra, debiera reemplazarse por una conversación sobre qué podemos hacer ahora, y cómo debemos seguir trabajando de forma secuencial, estratégica y planificada para enfrentar algo que nos demandará un trabajo que se extenderá por muchos años. Es importante entender que la sola construcción de una cárcel de alta seguridad no es la solución definitiva para un problema que no solo es nacional, sino que es una realidad que afecta a muchas naciones de nuestro planeta. Un edificio no es una “bala de plata”, se requiere un plan estratégico y el compromiso coordinado de muchos actores nacionales.
Por una parte, la que ha sido llamada “zona penitenciaria” localizada al sur de la comuna de Santiago, parte en el año 1843 con la instalación del Centro de Detención Preventiva Santiago Sur más conocido por Penitenciaria y desde esos años se ha ido consolidando sucesivamente esta área con la instalación de la nueva cárcel y el Centro de Justicia de Santiago.
Este sector está limitado por importantes elementos urbanos como el Zanjón de la Aguada e inicio de la ruta del Sol hacia el sur y la autopista Norte-Sur hacia el oriente, además del Parque O’Higgins y Club Hípico hacia el norte. Así, históricamente ha sido un sector de importantes infraestructuras que han debido relacionarse con áreas de vivienda situadas en los intersticios urbanos. Y siempre, los habitantes han tenido una relación que plantea dificultades al vincularse con estos elementos de infraestructura urbana. Por ejemplo, los terrenos de Ferrocarriles del Estado localizados un poco más hacia el poniente, generan también un impacto en las viviendas de su entorno producto de bordes cerrados y herméticos que deterioran la calidad del espacio público.
Instalar un anexo a la actual cárcel, demanda reconsiderar las estrategias de mitigación hacia el entorno que se han hecho evidentemente necesarias producto del actual funcionamiento de la localizada en el sector. Espacios públicos con un mayor control y seguridad con una dedicación especial a la vigilancia del sector, como también áreas de interfaz entre cárcel y viviendas que ofrezcan equipamiento a los habitantes de la comuna. Y junto a esto, considerar medidas tecnológicas que serán necesarias en una cárcel contemporánea como es el bloqueo de señales telefónicas y cómo evitar que esto afecte a los vecinos cercanos. Legítimamente, los vecinos pueden argumentar que la ampliación de la actual cárcel les generará una pérdida de plusvalía en sus propiedades, y es responsabilidad del Estado entender que la solución de construcción en este espacio debe también asumir las inversiones que se deben hacer en el entorno para compensar el impacto que esto tendrá en la ciudad.
La ampliación del actual complejo penitenciario hacia zonas inmediatas a la actual cárcel es una alternativa de acción rápida, que puede responder al problema actual como una primera acción, que deberá ser continuada con otras acciones, para las que debemos buscar acuerdos y una estrategia a largo plazo compartida y no perder el foco en una discusión sobre lo inmediato, para luego olvidar el verdadero objetivo: una mejor calidad de vida en ciudades más seguras para todos.
Por Rodrigo Martin, arquitecto y urbanista Usach
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