Columna de Rodrigo Montero: Ingresos fiscales: Sobrestimar nunca, subestimar jamás

Bueno, la verdad es que no es tan así. Los modelos econométricos – construidos en base a teoría económica y estadística – en general adolecen de muchas limitaciones. Entre los variados problemas que exhiben están: (i) la imperfecta especificación del modelo (por ejemplo, la omisión de variables relevantes para explicar el comportamiento de esta), cambios estructurales en la economía (que modifican los valores de parámetros que hasta cierto momento fueron válidos), entre otros. Dicho lo anterior, se comprenderá que no es fácil contar con un buen modelo capaz de predecir con cierta confianza el comportamiento de, por ejemplo, los ingresos fiscales en Chile.
Con todo, lo que uno debería observar es que los modelos –es común utilizar más de un modelo para proyectar el comportamiento de una variable– tiendan a errar de manera no sistemática, pero que en promedio entreguen una buena estimación; así, a veces el modelo sobrestimará el valor de la variable –prediciendo un valor mayor que el finalmente observado–, y otras veces lo subestimará. Pero en promedio esos errores deberían netearse.
Pero algo está pasando con las proyecciones de los ingresos fiscales, en donde los errores han tendido a ser positivos. ¿Qué puede estar ocurriendo? Primero, cambio estructural: han pasado varias cosas en el país en los últimos años: reformas tributarias, cambio tecnológico y avance la IA (la pandemia hizo lo suyo), y otros elementos que han afectado seguramente los parámetros estructurales del modelo. Segundo, la economía está más volátil, y así queda patente cuando vemos las sorpresas vistas con el Imacec. En general, está costando más proyectar la actividad y, en consecuencia, los ingresos fiscales.
¿Qué hacer? Pedir asesoría para que los modelos sean revisados por expertos y actualizados. De hecho, la autoridad anunció que buscarán apoyo en el FMI. En esta misma línea, tal vez sea el momento –aquí viene mi cruzada una vez más– de contar con un organismo autónomo e independiente que se encargue de hacer las proyecciones fiscales (el CFA también podría tener las suyas).
Segundo: ponderar las proyecciones de los modelos. Estos se alimentan del pasado, por ende, es difícil que consideren el efecto de fenómenos nuevos. Por ello, el capital humano, la experiencia de los técnicos encargados de realizar las proyecciones en Dipres es vital. Así, estos especialistas pueden sugerir en base a su sapiencia algunos ajustes correctivos a la proyección del modelo. Lo otro: cuidar el capital humano que hay en Dipres.
Tercero: definir aumentos del gasto fiscal escalonados, en base a umbrales (un poco lo que se hace hoy con los aumentos para el salario mínimo).
Si las proyecciones de los ingresos fiscales superan cierto valor, entonces podría definirse una variación para el gasto fiscal, que permita potenciarlo para la segunda parte del año. Esto, por cierto, exigiría contar con una mejor programación de los gastos, asignando y priorizando aquellos que son vitales.
Por Rodrigo Montero, decano de la Facultad de administración y negocios de la Universidad Autónoma
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