Columna de Rolf Lüders: Crecimiento inclusivo del queque



Para muchos la situación socioeconómica de Chile no puede ser peor. El PIB per cápita está cayendo, la pobreza está aumentando, hay indicios de corrupción en el gobierno, la situación política está polarizada, y son relativamente pocos los ciudadanos interesados en despejar el tema constitucional, probablemente una condición necesaria para tener estabilidad institucional y una alta tasa de crecimiento económico.

No obstante, es posible cambiar la mirada para enfocar un mejor escenario. La caída del PIB por persona debiera ser un fenómeno transitorio, ocasionado en buena parte por la elevada tasa de interés de política monetaria, que tiene por objeto reducir la tasa de inflación a la meta del 3 por ciento anual. Si bien las actuales proyecciones de crecimiento económico, una vez lograda dicha meta, son modestas -de aproximadamente un 2 por ciento por año- existe en el país una fuerte demanda por progreso, que bien encauzada, se puede traducir en un significativo aumento del crecimiento.

En efecto, cada día más personas están echando de menos aquella época -no muy lejana- en que el avance del país era visible y notorio, y junto con ello aumentaban el empleo y los salarios.

Pues bien, para retomar una alta tasa de crecimiento económico no es necesario reinventar la rueda. Tenemos una buena política macroeconómica -mérito, entre otros, del Ministerio de Hacienda y del Banco Central-, tenemos el capital humano requerido, y podemos atraer la inversión y la tecnología indispensables. Hemos crecido a elevadas tasas en el pasado cercano y lo podremos hacer de nuevo, siempre que se otorguen los incentivos para ello.

La clave estará en llegar a tener la institucionalidad adecuada y el aumento necesario de la inversión. Lo primero dependerá crucialmente del trabajo del Consejo Constitucional y del apoyo ciudadano que se pueda concitar para lograr que la nueva Constitución sea aprobada por una mayoría importante. Lo segundo será función de los incentivos a la inversión que se puedan legislar. Sin duda, propuestas como la reciente del ministro de Hacienda en materia de depreciación acelerada, que es una manera de lograr la necesaria reducción de la carga tributaria de las empresas, van en la dirección correcta.

Algunos dirán que para crecer es necesario postergar la tan ansiada mejora de los servicios sociales. Es exactamente lo contrario. Por un asunto de espacio remito al lector a unos ejercicios que hizo José Luis Daza (El Mercurio, 2023), que muestra como un mayor crecimiento económico genera ingresos fiscales superiores a las que produce un aumento de las tasas de tributación que ahogan el crecimiento. Es decir, la manera más eficaz de obtener el financiamiento de los servicios sociales necesarios para una mayor inclusión es hacer crecer el queque.

Por Rolf Lüders, economista