Columna de Rolf Lüders: De dulce y agraz

boric en el consejo de las américas


El Presidente de La República declaró en Tailandia que Chile era un país serio e invitó a invertir en él. Me aventuro a pronosticar que -a pesar de nuestra política macroeconómica responsable- la inversión no volverá a aumentar a menos que -como condición absolutamente necesaria, pero no suficiente- el gobierno defina un claro marco de política económica y social, y actúe en coherencia.

No cabe la menor duda de que Chile ha caído en la trampa de los países de ingreso medio y no será fácil salir de ella. Años antes del estallido social y de la pandemia, la economía chilena ya se había desacelerado. Si bien en términos de producción y empleo nos recuperamos relativamente bien de los efectos económicos de los mencionados fenómenos, estamos sufriendo algunas de sus consecuencias, en particular una alta tasa inflación y un enorme déficit en cuenta corriente, muy superior al sustentable.

El ministro de Hacienda está haciendo, en materia de ajuste macroeconómico, una labor loable. Ha reducido este año efectivamente el gasto público en más de un 20 por ciento, un dato histórico, que se tradujo en un importante apoyo al esfuerzo antiinflacionario del Banco Central. El gobierno está, además, propiciando una expansión razonable de ese gasto para 2023. Es de esperar que así se apruebe en el Congreso, a pesar de las presiones -algunas de sus propios colegas de ministerio- para aumentar el gasto fiscal más allá de lo propuesto. Es cierto que muy probablemente seremos en el próximo año el único país de América Latina con una tasa de crecimiento negativa, pero -de cumplirse los planes del ministro- habremos saneado en buena parte nuestras cuentas fiscales y -espero- normalizadas las expectativas de inflación.

Sin embargo, para salir de la trampa antes mencionada no basta con tener disciplina fiscal y monetaria. Es, sobre todo, necesario aumentar la inversión (a menudo asociada a cambios de tecnología). Y para que haya inversión se deben crear las condiciones necesarias, incluyendo la adopción de reglas del juego (instituciones) atractivas, coherentes, claras y estables.

En esta última materia el país está muy mal. El gobierno en sus inicios pretendió modificar los fundamentos mismos del sistema de economía social de mercado, abierta al comercio y financiamiento internacional, que tenemos. Ese intento fue rechazado en septiembre. Corresponde ahora que el gobierno defina, con realismo, los cambios consensuados que se le harían al modelo existente. Sin esa ancla persistirá la incertidumbre, nefasta para la inversión. Al respecto, es paradigmático el caso de la posición de Chile frente al TPP11: por un lado, el Ejecutivo no promulga el acuerdo aprobado por el Congreso, y por el otro, se compromete a apoyar la postulación de China al ingreso del club. Plop.

Por Rolf Lüders, economista