Columna de Rolf Lüders: Es la inversión, estúpido
El martes recién pasado la Sala del Senado aprobó -con reservas, pero por una mayoría holgada- el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11). Éste ya había sido aprobado por la Cámara de Diputados en 2019, quedando ahora prácticamente listo para ser promulgado por el Presidente de la República.
Para la oposición y una parte del oficialismo, la unión del país a este tratado -además de sus implicancias geopolíticas- es importante. Lo es porque facilita el acceso de una larga lista de productos a los correspondientes mercados, porque representa un seguro de mercado, y porque puede tener un efecto positivo sobre la inversión.
Para otros y como lo expresara la senadora Yasna Provoste, el acuerdo representa un candado que clausura las posibilidades de desarrollo social y económico del país. Para ellos, el actual modelo -una economía social de mercado, abierta al comercio y financiamiento internacional- es extractivista y -entre otros males- es el responsable del relativamente reciente estancamiento de la economía chilena.
Estos últimos grupos sostienen que el TPP11 y otros tratados le impiden al país aplicar las políticas industriales que requiere para su desarrollo. Pero este impedimento no existe. Como lo describe Osvaldo Rosales (Mensaje Nro.713, octubre 2022), el listado de instrumentos disponible para implementar políticas industriales -aún con el tratado vigente- es numeroso y amplísimo.
El verdadero problema de Chile es que a partir de comienzos de siglo se estanca la tasa de tendencia de la inversión en aproximadamente un 25 por ciento del PIB (FBCF, Banco Mundial, 2022). Como lo sostuvo correctamente Mario Marcel (2022), la inversión es más que capital: es un vehículo para el desarrollo tecnológico y la innovación. Es decir, inversión y productividad se encuentran íntimamente ligadas y explican en gran medida el nivel del PIB.
El estancamiento de la tasa de inversión en Chile tiene diversos orígenes, que se pueden agrupar en dos categorías: falta de oportunidades y aumentos de los riesgos de inversión. Al comienzo predominaron las primeras, originadas principalmente en una mano de obra relativamente costosa y menos calificada de lo requerida, pero también en la ausencia de cambios regulatorios orientados a satisfacer necesidades nacionales y de paso generar áreas de inversión interesantes. En cambio, recientemente la inversión está siendo golpeada además por mayores tributos y una aguda incerteza institucional.
En lo que respecta a esta columna, es interesante hacer notar que tratados como el TPP11 y aquel de Modernización del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, que esperamos sea firmado antes de fin de año, contribuyen tanto a aumentar las oportunidades de inversión, como a reducir los riesgos de la misma.
Por Rolf Lüders, economista