Columna de Rolf Lüders: Sensación de alivio
Esta es mi última columna del año 2022 y es tiempo de balances que, en resumen y en materia económica, no son positivos. Sin embargo, el rechazo categórico del borrador de nueva Constitución tendrá profundas y provechosas consecuencias económicas. Dicho proyecto refundacional, si se hubiera aprobado, habría limitado significativamente la iniciativa privada en materia económica y se habría traducido, en el corto plazo, en una caída de la actividad mayor a la que estamos experimentando y, en el mediano y largo plazo, en una significativamente menor tasa de crecimiento económico y de bienestar de la población.
En este contexto, el año 2022 se ha caracterizado por la relativamente baja tasa de aumento del PIB, por el elevado e insostenible nivel del déficit en la cuenta corriente, y por la alta tasa de inflación.
El saldo de la cuenta corriente refleja el exceso de gasto del país y explica parte de las presiones inflacionarias. Afortunadamente el gobierno y el Banco Central han estado tomando las medidas necesarias para reducir la brecha entre producción y gasto. El Fisco prácticamente revirtió -en una medida posiblemente sin precedentes en Chile- el 20 por ciento de mayor gasto fiscal de 2021. Y el Banco Central redujo exitosamente la expansión del dinero. La inflación es siempre un fenómeno monetario, pero medidas como las tomadas solo se reflejan en menores tasas de inflación con un rezago relativamente largo y variable. En consideración a lo anterior, es probable que durante el próximo año la tasa de inflación se modere significativamente y esa es una buena noticia.
Más compleja es la situación en materia de crecimiento económico. Este año la economía se ha estado desacelerando rápidamente, registrándose crecimientos trimestrales, con respecto a 2021, de 7,4%, 5,6% y 0,3%, respectivamente. Es probable que en el actual trimestre ya estemos en recesión y que algo parecido suceda durante el primer semestre de 2023. Es más, se espera que el próximo año -en que a nivel mundial se anticipa una leve desaceleración- Chile tenga uno de los peores comportamientos en materia de crecimiento económico en América Latina.
El ajuste macroeconómico arriba mencionado -absolutamente necesario para reducir la tasa de inflación y afectado por la situación externa- explica en parte el comportamiento de nuestra producción de bienes y servicios. Otra parte se le puede atribuir a los factores que justifican nuestro bajo crecimiento potencial y que nos tienen afectados por el síndrome de los países de ingreso medio. Y, finalmente, está la incertidumbre generada por el proceso constitucional, que aún no ha concluido y que -a pesar de la tremenda sensación de alivio que generó el rechazo del borrador de nueva Constitución- afectó y aún aqueja la demanda por inversiones.
Por Rolf Lüders, economista
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