Columna de Rolf Lüders: Síndrome de los países de ingreso medio
La tasa de crecimiento económico de Chile ha sido últimamente muy baja. Si seguimos con esa tendencia, corremos el riesgo de caer en la trampa de los países de ingresos medio, un fenómeno común que tiende a impedir alcanzar el desarrollo a países de nuestro nivel de ingreso. Tal peligro ha disminuido algo con los resultados de la elección recién pasada, pero sin duda persiste.
Por un lado, las sensatas declaraciones de los consejeros electos del Partido Republicano que -junto con los representantes de Chile Vamos- dominarán el Consejo, generan la esperanza de que el proyecto de nueva Constitución termine siendo la así llamada casa de todos y que en consecuencia sea aprobado por una amplia mayoría en el plebiscito de fin de año.
Es muy probable que -dada la polarización política prevaleciente- ello solo sea posible si la nueva propuesta de Constitución toma un carácter marcadamente minimalista, lo que significa que varios de los asuntos más controversiales pasen a ser materia de ley y sujetas al juego político coyuntural. Será solo lo que se puede lograr, pero tiene la virtud de despejar el asunto constitucional.
Tengo la esperanza de que en este contexto el Consejo sí pueda acordar las bases de un sistema electoral que se traduzca en un número limitado de partidos políticos y así permita mejorar significativamente el gobierno del país, condición necesaria para el desarrollo.
Por el otro lado, habiéndose aclarado que una gran mayoría de chilenos no desean refundar al país, pero sí avanzar en materia socioeconómica, urge hacer un combo o una gran explosión de reformas que le permitan a Chile retomar el crecimiento en el marco de una democracia liberal y de una economía social de mercado. Urge hacer reformas o tomar -con criterio técnico y no ideológico- acciones en materias tales como seguridad, inmigración, pensiones, salud, regionalización, tributación, vivienda, educación, transporte, e infraestructura, entre otras.
¿Se podrán hacer tales reformas? Es muy dudoso, dada la composición política del actual Parlamento y las preferencias del Poder Ejecutivo. En efecto, las propuestas de reforma del gobierno a menudo son incompatibles con los postulados de una economía social de mercado. Por ejemplo, después de la última elección, el gobierno ha sido enfático en reafirmar su programa, que -en muchas materias- difiere de aquellas que con el mismo fin proponen el Partido Republicano y el conglomerado de Chile Vamos.
Pero el gobierno todavía puede escuchar la voz del pueblo, expresada en las urnas, y abrirse a consensuar con la oposición las reformas indispensables para que Chile vuelva a crecer y desarrollarse socioeconómicamente. Si el gobierno no lo hace, es muy posible que Chile caiga definitivamente en la trampa de los países de ingreso medio.
Por Rolf Lüders, economista
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