Columna de Rolf Lüders: Socialismo del siglo XXI
No le fue nada de bien a Nicolás Maduro en las elecciones del domingo. No cabe la menor duda que -considerando las presumibles preferencias de los venezolanos en el extranjero- los resultados de esa elección reflejan un masivo rechazo al Socialismo del Siglo XXI. Esta doctrina fue desarrollada por el alemán Heinz Dieterich Steffen y adoptada por el chavismo, que la adaptó a las condiciones de Venezuela. Tal doctrina surgió del fracaso de los sistemas de estatización del socialismo real, y postula una democracia participativa y una economía mixta, en el marco de un alto grado de control social estatal.
Como resultado de los efectos de la adopción de dicho esquema, se produjo una emigración masiva de venezolanos, que se estima en unos 9 millones de personas (la población de Venezuela es ahora de 30 millones). La emigración es atribuida al crimen desenfrenado, a la falta de esperanza de cambio político y al deterioro de la economía (El Nuevo Herald, 2024).
¿Qué es lo que nos dice la historia comparada con respecto a este último deterioro? En los años 70, Venezuela mantuvo su sistema de sustitución de importaciones y se benefició de la gran alza del precio del petróleo. Al mismo tiempo, Chile inició su transformación económica-social hacia un esquema basado en la libertad individual, un gobierno limitado en tamaño, y mercados libres. Luego, en 1999, asumió Hugo Chávez en Venezuela y este país inició el tránsito hacia un esquema basado en los principios del Socialismo del Siglo XXI, mientras que en Chile la Concertación decidió perfeccionar el régimen económico heredado.
¿Cuáles fueron las consecuencias de las acciones antes descritas? En términos del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas -calculado en base al nivel del PIB por persona, la esperanza de vida, y el desarrollo de la educación-, en 1980 Chile y Venezuela estuvieron prácticamente empatados (un valor de algo menos de 0,40, siendo uno el máximo posible). En el año 2000, Chile marcó 0,773 y Venezuela 0,684, y en el año 2020 los números correspondientes fueron de 0,852 y 0,695. Eso es, entre 1980 y 2020, Chile se desarrolló a pasos agigantados e ingresó al club de los países de alto desarrollo humano, en cambio Venezuela se estancó.
Desafortunadamente para nosotros, los chilenos, la historia no termina ahí. Venezuela realizó recientemente un giro hacia un mayor pragmatismo en materia de política económica y entre otras cosas, dolarizó su economía, se abrió al comercio internacional, y está creciendo -sobre una base baja- a una tasa promedio que dobla la chilena (Laeco 2024). En cambio, Chile, afectado por un aumento del crimen violento y de la incertidumbre institucional- consecuencia del programa económico-social del actual gobierno -, se ha empantanado en su desarrollo.
Por Rolf Lüders, economista