Columna de Sebastián Edwards: María Elisa Quinteros, la Convención Constitucional y el futuro de Chile
En su ensayo de 1930, “Las posibilidades económicas de nuestros nietos”, el economista inglés John Maynard Keynes escribió que sería muy positivo si, en algún tiempo futuro, la economía se transformara en una disciplina práctica para la sociedad, y que los economistas hicieran cosas tan útiles como las que hacían los dentistas. Recordé estas líneas al enterarme que la nueva presidenta de la Convención Constitucional es, precisamente, una dentista. No conozco a la doctora Quinteros, pero toda la información disponible indica que es un buen nombramiento y que en conjunto con el doctor Gaspar Domínguez jugará un muy buen rol en la conducción de la CC.
Pero, desde luego lo más importante de esta designación no es la profesión de la reemplazante de Elisa Loncon. Los nombramientos, y la maneara dramática como se produjeron, nos dan pistas sobre el rumbo que tomará Chile.
El proceso confirma el ocaso de los partidos políticos chilenos. Esta es una noticia buena y mala a la vez. Es buena porque ya era hora que los dirigentes trasnochados recibieran un mensaje incuestionable y severo por parte de la población. Y es malo porque ninguna democracia funciona bien sin partidos fuertes, transparentes e internamente democráticos. Chile solo tendrá una democracia vibrante y estable si hay un cambio completo de la cultura de los partidos.
También se confirma el cambio generacional. La doctora Quinteros tiene 40 años, el vicepresidente Domínguez, 33, y el presidente electo 35. Esto también es bueno y malo a la vez. Es positivo que un grupo de mujeres y hombres llenos de vitalidad, pasión, ideales, esperanza e ideas rupturistas tengan un rol central en definir el futuro de Chile. Es malo, porque esta abundancia de entusiasmo está acompañada de una enorme escasez de experiencia.
Esta falta de experiencia podría producirle problemas serios al nuevo gobierno. Porque resulta que manejar el aparato gubernamental no es fácil. No es lo mismo que presidir la FECH, estar a cargo de una cátedra universitaria, o tener un emprendimiento. Se requieren conocimientos, maña, erudiciones sobre historia, y un gran poder de negociación.
Esta falta de experiencia y visión profunda se puede suplir a través del nombramiento de cuerpos colegiados de asesores. Por ejemplo, en el caso de la economía sería muy recomendable que el presidente Boric contara con un equipo asesor permanente, formado por economistas de primer nivel. Una especie de “Consejo de sabias y sabios,” que trabajara para La Moneda a tiempo completo y tuvieran oficinas en palacio. Algunos posibles miembros (si no son nombrados en el gabinete) podrían ser Stephany Griffith-Jones, Ana María Jul, Ricardo Ffrench-Davis, Joe Ramos, y Manuel Agosín. Ninguno es un “pollito nuevo”, pero en sus cabezas hay conocimientos y experiencias extraordinariamente valiosas, que le ayudarían a la nueva administración a mantener un rumbo seguro, e implementar reformas fructíferas sin dejar “la embarrada.”
Pero lo más impresionante de las elecciones de la nueva mesa de la CC es que dos personas con postgrados – Elisa Loncon y Jaime Bassa -- han sido reemplazados por dos personas con postgrados: María Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez. Dos doctores fueron sustituidos por dos doctores. Esto, que ha pasado inadvertido para la mayoría de los analistas, tiene varias lecturas, y también puede calificarse como, simultáneamente, “bueno y malo”. Es muy bueno porque indica que, especialmente en este segundo tiempo, la CC estará en manos seguras, en manos de científicos con capacidad analítica y de abstracción, de personas que han tenido el mérito de aprobar programas de estudios exigentes y rigurosos.
Pero, al mismo tiempo, el paso de “los doctores a los doctores” refleja algo que nunca nadie ha querido reconocer. A pesar de toda la publicidad, a pesar de todos lo tuits y de todas las declaraciones de los activistas, esta convención no es un fiel reflejo de la sociedad. No representa a la señora Juanita, ni a las personas que andan en metro, viven hacinadas, o tienen dificultades para llegar a fin de mes. Esta es una convención repleta de miembros de la élite educacional, de personas que se han beneficiado de los últimos 30 años, de activistas nacidos y criados al alero de las Becas Chile.
La realidad es esta: En Chile menos de 30% de la población tiene estudios superiores. Y, sin embargo, 95% de los y las convencionales tienes estudios superiores. La CC fue dirigida durante seis meses por dos doctores, los que fueron reemplazados por dos doctores. ¿Una convención ilustrada? ¡Sí! ¿Una convención representativa de las vivencias y experiencias del pueblo chileno? ¡No!