Columna de Sebastián Hurtado: El “18” y la identidad nacional chilena

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El “18” y la identidad nacional chilena.


La mayoría de los chilenos hemos celebrado las Fiestas Patrias asistiendo a una fonda, compartiendo en un asado, comiendo empanadas, bailando cueca y brindando con vino, chicha o terremoto. Muchos hemos participado de celebraciones de escuelas, empresas y organizaciones sociales, adornadas con los emblemas patrios y animadas por música chilena, generalmente, con un aire de ruralidad evocado con nostalgia desde nuestra experiencia citadina. La forma de estas prácticas no es inmutable, pero parece difícil concebir un “18″ sin su presencia. La identidad nacional, como toda identidad cultural transgeneracional, se basa en la continuidad de muchos de sus atributos y manifestaciones. Los países no se reinventan todos los días, pues sus ciudadanos no vivimos así nuestras vidas.

Por otra parte, algunas prácticas de las Fiestas Patrias reflejan la dimensión de cambio que es también inherente a la condición humana desplegada en el tiempo. Las fiestas y fondas dieciocheras tienen hoy versiones veganas, venezolanas y K-Pop, entre otras, en satisfacción de preferencias culturales propias de nuestro presente. La célebre Yein Fonda nació en los ‘90 como expresión de una cultura juvenil cosmopolita y, para la época, irreverente. Hoy tiene 28 años y ha pasado a formar parte del paisaje permanente del “18″ en Santiago. En el ámbito escolar, es común hoy ver ceremonias en que los bailes típicos chilenos son acompañados por la celebración de bailes y música de otros países latinoamericanos, en reconocimiento de la presencia de muchos niños de otros orígenes nacionales en nuestro sistema educacional, fenómeno de data muy reciente. En el espacio más solemne de la conmemoración oficial, desde el gobierno de Salvador Allende el Te Deum católico pasó a ser ecuménico y desde el gobierno de Augusto Pinochet hay también un servicio de acción de gracias protestante. En el Chile del siglo XXI, todas las confesiones religiosas pueden honrar a la nación en términos de relativa igualdad.

Las prácticas y expresiones culturales asociadas a las Fiestas Patrias combinan continuidad y cambio, porque ambos son parte de toda experiencia vital. Por ende, no es en su contenido específico, siempre contingente, donde se halla el sentido esencial de la celebración. En último término, el elemento primordial de nuestro “18″ es el encuentro de los chilenos en la alegría de la fiesta y la integración en ella de todos quienes quieran unirse, independiente de sus orígenes nacionales, sus identidades individuales o grupales o sus preferencias estéticas. Y es quizás en esa alegría compartida en la fiesta, cualquiera sea su forma, donde se encuentra el núcleo más permanente de nuestra identidad nacional. Después de todo, no hay otro momento en el que todos nos reconozcamos como integrantes de la misma comunidad como lo hacemos en las fiestas patrias. El “18″ conmemora y se debe a la fundación de la nación; en gran medida, la continuidad de la nación es posible porque seguimos celebrando el “18″.

Por Sebastián Hurtado, Instituto de Historia, Universidad San Sebastián

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