Columna de Sebastián Izquierdo: La segunda es la vencida
Con la designación del Comité Técnico de Admisibilidad y la Comisión de Expertos, se dieron por finalizados los trámites del Congreso para dar inicio al nuevo proceso constitucional. El próximo 6 de marzo tendremos a los 24 integrantes instalados en la Comisión Experta. Ellos serán quienes deberán construir el anteproyecto en tres meses y, en muy pocos días, presentar iniciativas de norma. Ese mismo día, los 14 abogados del Comité de Admisibilidad también entrarán en funciones, pues en cualquier momento tendrán que resolver los requerimientos ante propuestas que se desvíen de los 12 principios acordados por el Congreso.
Ahora vienen los desafíos electorales, venció el plazo para la inscripción de candidaturas al Consejo Constitucional de 50 miembros. Tanto la izquierda como la derecha decidieron ir en listas separadas. Ir juntos implicaba ir revueltos, la conveniencia electoral no fue suficiente.
En la izquierda, fue el propio presidente Boric quien intentó persuadir -sin éxito- a su coalición de ir en un pacto unitario. Si bien, salió trasquilado al fracasar, además de inclinar aún más este proceso como una nueva evaluación a su gestión, sí logró sumar al Partido Socialista al Frente Amplio, reconstruyendo así un nuevo orden político -entre los “apruebos”- más allá de estas elecciones. Aislado quedó el PPD al rechazar la lista única, su deseo por desacoplarse electoralmente de un mal gobierno y de ir en búsqueda del escabullido botín del centro -aquel que rechazó la refundación-, fue superior. Por otra parte, Chile Vamos también tuvo su tira y afloja. Terminó amenazada de lado y lado. Por la derecha, al no lograr pactos de omisión con Republicanos. Y por el centro, al existir esta fragmentación de listas -y la obligatoriedad del voto- que beneficiaría a los partidos no tradicionales, como es el PDG, que al estar al medio del espectro político desde la novedad, será un competidor que podría arrebatarle aquel codiciado botín del centro a ambos sectores.
En un mes comenzará la propaganda que acompañará este revuelto escenario, la que tendrá una duración de tres meses y esta incertidumbre culminará con la elección el 7 de mayo. El Consejo deberá estar instalado en junio, con anteproyecto en mano. Tendrá que construir un texto constitucional en cinco meses, el que finalmente será sujeto a plebiscito en diciembre.
El proceso avanza. Es cierto, sin grandes pulsiones populares, pues la ciudadanía cada vez más incrédula, necesita ver para creer. La conformación de estos tres órganos no garantiza nada. La legitimidad no cae del cielo, hay que construirla. La tarea es difícil, llena de complejidades y su trabajo se inserta en un procedimiento muy tutelado por los partidos, no exentos de riesgos. Habrá detractores, qué duda cabe; algunos querrán que todo cambie para que nada cambie. La prueba de fuego: reformar el sistema político.
Aún con todo esto sobre la mesa, lo que está claro es que difícilmente tendremos otra oportunidad para canalizar institucionalmente la grave crisis social –y a estas alturas constitucional– que aún no ha tenido respuesta. No podemos farrearnos esta oportunidad, al menos, yo no seré de esos optimistas que creerán que la tercera es la vencida.
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