Columna de Sebastián Jans: Responsabilidad docente



En las semanas recientes, la Gran Logia de Chile ha estado entregando la Medalla al Mérito Docente, a profesores de la educación pública del país, desde Arica hasta Punta Arenas, que ejercen su función en ambientes educacionales muchas veces complejos desde el punto de vista de la convivencia.

Cada profesor que ha sido reconocido, expresa una experiencia muchas veces hermosa, como también están aquellos que deben observar un deterioro permanente de la convivencia escolar, como consecuencia de todos los factores que han sido muchas veces informados por los medios de comunicación, y que tienen su expresión en la violencia y la agresividad de distintos componentes de las comunidades escolares.

Aunque muchos especialistas defienden la tesis de que la educación es un proceso compartido entre el hogar y la escuela, lo cierto es que el nivel de responsabilidades es aún mayor, ya que la función docente se realiza en la sociedad toda. Es la sociedad la que enseña, no solo en las estructuras formales, sino en todas sus instancias, ya que los educandos están recibiendo enseñanzas en cada lugar donde sus sentidos captan los ejemplos y las referencias que serán determinantes en su vida presente y futura, de parte de quienes los precedemos.

Todos tenemos la responsabilidad docente, ya que somos de una u otra forma sus referentes. Especialmente en aquello que nos evidencia como personas – las conductas y las actitudes –, con las cuales nos relacionamos en los distintos espacios de convivencia, donde se expresa el hecho social del día a día.

Educamos cuando los niños y jóvenes nos observan comportarnos, cuando estamos en los espacios públicos o en el medio familiar. Educamos cuando tenemos roles de influencia social, en las pequeñas comunidades o en los espacios diversos de expresión o debate de la República. Educamos cuando expresamos nuestras ideas o intereses, en su forma y contenido.

Cuando advertimos a nuestra sociedad presa de la virulencia, la prepotencia, la indignación descontrolada, la agresividad, como expresiones bastante habituales en la realidad social, debemos considerar que ellas solo podrán ser controladas o erradicadas, a través de la docencia que a todos nos corresponde ejercer, ayudando a los educadores en la tarea formal del colegio.

Si queremos tener un país mejor, la docencia que todos realizamos cotidianamente debe ser mejor. Especial importancia tienen en ello quienes ejercen liderazgo, quienes expresan o representan opinión, quienes son referentes para grupos o personas. El respeto, la responsabilidad y las buenas prácticas, son esenciales para educar y tener los mismos resultados.

Por Sebastián Jans, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile

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