Columna de Sebastián Sichel: ¿Usted le cree?
Andrea se me acercó en el Metro y, después de una corta conversación constitucional, me preguntó: ¿Usted le cree al Gobierno? Más allá de la respuesta de rigor (hay que pensar de buena fe) la pregunta se fue conmigo. ¿Hay que creerle al Gobierno -y al FA/PC- cuando dicen que no perseveran en su interés constitucional?
Es difícil creerles. Por tres razones: la primera, el cambio del argumento inicial. Toda la discusión de la necesidad de una “asamblea-consejo-convención constitucional” se basó en la épica de construir una “Constitución nacida en democracia” como oposición a la nacida en dictadura. No era nada más que una trampa retórica para el mundo de extrema izquierda.
Mientras decían querer una constitución democrática, han buscado incorporar su proyecto político por sobre cualquier mayoría democrática y dinamitado los acuerdos que no avanzaran en ese sentido. Han sido contumaces en demostrar que no es la democracia del proceso lo esencial, sino el monopolio de los argumentos: o es mío o no es de nadie. Por lo mismo, lo que era el poderoso ab initio -una constitución democrática- se evaporó al punto que el PC (Carmona) defendió la Constitución de Lagos y nos dio la extraña sorpresa de verlos ensalzar la Constitución de los cuatro generales que ayer denostaban. El argumento del origen era un fraude. No querían una constitución democrática: querían “su” constitución nacida en democracia. Y van a esperar por ella en un movimiento táctico: ganar tiempo para recomenzar.
La segunda razón es menos obvia, pero aún más tramposa, han usado de carne de cañón a sectores moderados que ayer llamaban a “aprobar para reformar” un texto evidentemente malo y contrario a nuestra tradición democrática (dónde querían reformar casi todo), para ahora decir que no están dispuestos a aprobar algo en que las razones que esgrimen son difusas y políticas. Hay un viejo aforismo jurídico que señala “quién puede lo más, puede lo menos” y que cae de cajón al escucharlos: ¿entonces estaban dispuestos a aprobar un texto que proponían reformar casi entero, pero no están dispuestos a aprobar uno nuevo que quieren reformar menos? Sospecho una poderosa razón: en el pacto de la izquierda con la centroizquierda, hay casi ocho partidos que desaparecerían con las nuevas reglas que ponen pisos para evitar partidos de entre el 1% y el 5% con reelecciones eternas y formados por familias que impiden gobernar Chile. Le quita poder al poder.
Y la tercera razón es evidente, la credibilidad del Presidente Boric, Camila Vallejo y Cia. es bajísima: no ordenan a su propio sector (ya Baradit, Emilia Schneider y Jadue han dicho que votar en contra es abrir un nuevo proceso) y se han transformado en los campeones de cambiar de opinión: decir que los retiros previsionales no hacían daño para después aprender; rechazar los estados de emergencia para después abrazarlos; acusar a Carabineros y después alabarlos, y un largo etcétera. Sin contar las promesas sin cumplir: condonar el CAE, pagar la deuda de los profesores. Es obvio, además, que su promesa es un gambito. Boric y Vallejo lo dijeron: no habría condiciones para otro proceso… “en este Gobierno”. Es decir, en la próxima volverían a la carga. Total, el costo nunca lo pagan ellos. Ya lo aprendimos.
Por si lee Andrea, la respuesta era clara: no le creo al Gobierno. Votar en contra la propuesta es mantener la discusión constitucional abierta y hacer de esto una excusa perfecta para no hacer las cosas. El texto propuesto continua nuestra tradición constitucional y no es el programa de gobierno de nadie. Es obvio que no es perfecto, pero es mejor y nacido en democracia. Y eso para mi es suficiente para votar a favor y querer cerrar el ciclo.