Opinión

Columna de Silvia Alfaro: Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve

Al culminar funciones como Embajadora del Perú en Chile me permito breves reflexiones sobre la base de mis vivencias en estas tierras, en lo que ha constituido un período grato y lleno de experiencias enriquecedoras; y con la firme convicción en la necesidad de ahondar nuestro vínculo bilateral estrecho, pero con amplio espacio por profundizar.

La vida diplomática nos enfrenta al constante desafío de tener que adaptarnos a diversas realidades, algunas complejas, otras lejanas y algunas cercanas, como la de Chile, país que en este periplo de año y medio he buscado conocer, constatando la cercanía de su gente, su relevante geografía y tesoros, y con el que guardamos hondas similitudes, que encuentran sustento en nuestra historia y frontera común, nuestra pertenencia al espacio andino, la ubicación de nuestras costas junto al Océano Pacifico, y nuestro mestizaje, signo distintivo de nuestros pueblos y de su riqueza cultural.

Con Chile nos unen importantes lazos, en una relación signada por el respeto, la cooperación y la coincidencia de valores, así como por la presencia de un amplio marco institucional bilateral basado en diversos acuerdos y mecanismos de cooperación y coordinación que abarcan una vasta agenda temática.

Pasada la pandemia de la Covid 19, flagelo que felizmente hoy se presenta lejano, Chile y Perú hemos hecho esfuerzos por incrementar nuestro comercio. En ese sentido, las exportaciones peruanas al mercado chileno mantienen una tendencia creciente que deberá seguir profundizándose y diversificándose, y las inversiones, antes mayoritariamente en un sentido, hoy son de doble vía con capitales peruanos en relevantes sectores de la economía chilena como la industria láctea, el cemento, el sistema financiero, los productos de belleza, el sector gastronómico, entre otros.

Estos avances se explican a partir de marcos jurídicos adecuados que propician el comercio y los negocios, una importante red de acuerdos comerciales, pero sobre todo por la pujanza de un importante tejido empresarial, a quienes expreso mi reconocimiento; así como al migrante, principal activo de nuestra relación, que con su empuje contribuye en la proyección de los valores del Perú, de nuestra cultura, tradiciones y gastronomía; y extiendo mi afecto a la mujer peruana, en general, y a la residente en Chile, en particular, verdadera protagonista de la integración entre nuestras sociedades y de esta historia de amistad.

En la misma línea, destaco el invaluable apoyo de los miembros de la comunidad peruana en Chile, que, actuando como agentes activos de integración, han sido un pilar fundamental en las labores de promoción del Perú e importante soporte en la inserción de miles de compatriotas a Chile, dando auténtico testimonio de solidaridad.

Tacna y Arica-Parinacota, imbricadas desde siempre, constituyen una zona de integración fronteriza real, un polo de desarrollo que se erige como ejemplo en la región, con estrechos vínculos humanos que, con el desarrollo de mecanismos adecuados de facilitación del tránsito y adecuadas herramientas migratorias, que venimos trabajando, ayudaremos a potenciar aún más, incrementando el turismo y favoreciendo el desarrollo de la zona.

Los desafíos actuales obligan a una cooperación y coordinación más estrecha. Estoy convencida que, sobre la base de nuestras complementariedades en el comercio, el desarrollo portuario, el sector minero y energético, entre tantos otros, seguiremos forjando el progreso de nuestros países

Estando a horas de partir, confieso que revendré muchas veces a este “Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve” para cobijarme en los afectos de las amigas y amigos que logré y a quienes agradezco su generosa amistad.

Por Silvia Alfaro Espinosa, embajadora del Perú

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