Columna de Soledad Alvear: Con Venezuela en el corazón

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Con Venezuela en el corazón. REUTERS/Alexandre Meneghini


El domingo 28 de julio se realizaron elecciones presidenciales en Venezuela. Esa era una fecha largamente esperada por las fuerzas democráticas de ese país para transitar de modo pacífico de la dictadura a la democracia.

La campaña electoral se llevó a cabo de manera muy desigual, con enormes ventajas para el candidato del gobierno y todo tipo de obstáculos y persecuciones en contra de la oposición democrática. Así la oposición tuvo que enfrentar el proceso con detenciones arbitrarias, presos políticos, candidatos inhabilitados por el régimen, con todo el aparataje público y comunicacional a favor de Maduro.

Aún en esas muy desventajosas e injustas condiciones, la oposición democrática se unió y bajo el liderazgo indiscutido de María Corina Machado, candidata vetada por el régimen, se organizó para votar por Edmundo González Urrutia, esperando que la unidad de la oposición y la voluntad expresada en las urnas por millones de venezolanos pudiera conducir al triunfo electoral, comenzando la anhelada transición a la democracia.

El día de las elecciones todas y todos seguimos muy atentamente el desarrollo del proceso electoral, impresionados de la alta afluencia de la población a los locales de votación y de la gran alegría expresada por ellos de lograr por fin el cambio democrático por el que por tanto tiempo han estado luchando. A muchos de nuestra generación nos recordó el 5 de octubre de 1988 y el camino que debimos recorrer los demócratas chilenos para terminar la dictadura del general Pinochet. La oposición, tal como en Chile, había organizado y desplegado a los testigos o apoderados para tener la comprobación que los votos emitidos se contaran correctamente. Los primeros datos indicaban una victoria aplastante del candidato de la oposición en una relación de 2 a 1.

Después de medianoche el Consejo Nacional Electoral dominado por partidarios de Maduro anunció un resultado que no goza de la más mínima credibilidad ya que no está basado en el resultado de las actas que arrojan las mesas de votación. Se trata de un evidente fraude que pretende dar por ganador a quien perdió las elecciones presidenciales, burlando de manera grosera la voluntad popular.

Frente a ello, la mayoría de la población ha reaccionado exigiendo que se reconozca el resultado verdadero, que es el triunfo de Edmundo González Urrutia, que, según las actas de los testigos, alcanzó un abrumador 67% de los votos. La comunidad internacional ha reaccionado pidiendo que se den a conocer las actas mesa por mesa y que ese resultado sea verificado de manera de independiente. El régimen de Maduro ha respondido reprimiendo a la población, aislándose y atrincherándose internacionalmente.

Esperamos que la presión interna e internacional conduzca finalmente a que se reconozca la voluntad popular claramente expresada en las urnas, que no es otra que la victoria del candidato de la oposición y que por esa vía se abra camino a la transición a la democracia en ese hermoso país.

Por Soledad Alvear, abogada

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