Columna de Soledad Alvear: El caso Ojeda
El secuestro y homicidio de Ronald Ojeda nos ha estremecido a todos. Luego de una investigación reservada muy acuciosa por parte del Ministerio Público, el fiscal a cargo ha señalado que el crimen se organizó y solicitó desde Venezuela, que, habiendo descartado las demás tesis, el móvil sería político, y que formuló un requerimiento de asistencia penal a Venezuela para que pueda colaborar con la detención de dos venezolanos que estarían en ese país.
Lo que corresponde en las actuales circunstancias es apoyar a los órganos del Estado de Chile, en este caso, Ministerio Público, Poder Judicial y Poder Ejecutivo (a través del Ministerio de Relaciones Exteriores) en la realización de todas las gestiones, de persecución penal, judiciales, políticas y diplomáticas para exigir que el Estado de Venezuela efectivamente preste toda la colaboración necesaria que conduzca a la localización, detención y juzgamiento de los prófugos de la justicia chilena, con el objeto que se obtenga la completa verdad y se haga plena justicia en este caso.
Sabemos que Venezuela está sometida a la dictadura de Nicolás Maduro, un régimen que viola masiva y sistemáticamente los derechos humanos y tiene bajo su control a los poderes públicos, por lo que no existe ni democracia ni Estado de Derecho.
Las primeras reacciones por parte de autoridades del régimen de Maduro han estado dirigidas a comprometerse en prestar su colaboración en este caso. El gobierno de Chile ha demandado resultados concretos y ha insistido que no basta con las palabras.
Hoy es la dictadura de Maduro la que está a la defensiva en este caso, debiendo demostrar, en los hechos, que efectivamente capturará a los prófugos y los hará comparecer ante la justicia.
Completamente contrario a estos propósitos sería la de romper relaciones diplomáticas con Venezuela. Con una medida como esa se romperían los canales de comunicación diplomática necesarios para exigir, sin cesar, a las autoridades del régimen que se debe hacer verdad y justicia en este caso.
Además, hay que recordar que la Misión Diplomática de Chile en Venezuela, en cumplimiento de sus funciones, ha mantenido interlocución no solo con el gobierno de ese país, sino con distintos sectores de la sociedad venezolana. Cabe recordar, igualmente, que diversos personeros perseguidos por el régimen han buscado refugio temporal en sus instalaciones y se les ha dado la calidad de huéspedes. Todo ello podría afectarse con un rompimiento de relaciones diplomáticas. No nos olvidemos que, incluso Estados Unidos, luego del vil asesinato del excanciller Orlando Letelier en el centro de Washington perpetrado por la DINA, que era el aparato represivo de Pinochet, jamás rompió relaciones diplomáticas con Chile, pero fue inflexible en exigir verdad y justicia, hasta que aquello se logró una vez recuperada la democracia.
En diplomacia se debe ser más racional que emocional y buscar los instrumentos que mejor sirvan para los objetivos que se persiguen. No descansaremos hasta que se haga de verdad justicia en este caso.
Por Soledad Alvear, abogada
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