Columna de Soledad Alvear: Otra cosa es con guitarra
Javier Milei ya es el Presidente de los argentinos. Cuando escribo estas líneas el ministro de Economía, Luis Caputo, está pronto a anunciar una serie de medidas sin precedentes para controlar la inflación y el descontrol en el gasto fiscal. Se dice que es un paquete para evitar la catástrofe. Así de literal. Se acabó el tiempo de los discursos y llegó el momento de las políticas públicas que impactan a todo un país. Es interesante ver la capacidad de articular un set de ideas que tienen resonancia en los argentinos de a pie. Cuenta con el beneplácito de una ciudadanía cansada de años de Estado expandiéndose sin control y una miseria que llega a niveles históricos, con casi 45% de argentinos bajo los niveles de pobreza, un soberano desastre educacional (medido en la última prueba PISA) y una tensión entre el centro porteño y la periferia provinciana que exigió cambios votando a Milei.
Sin embargo, no basta con usar Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) como un método para provisoriamente saltarse al Poder Legislativo. Debe desde ya ser capaz de generar nuevas mayorías en el Congreso y eso aún no se percibe. Incluso no fue capaz de entregar la presidencia de la Cámara de Diputados a grupos políticos distintos de los libertarios para abrir un espacio de negociación (en Argentina el Presidente de la Nación nombra al presidente de la Cámara de Diputados). Actualmente cuenta con 7 de 72 senadores y 38 de 257 diputados. Con todos los demás tiene que negociar proyecto por proyecto. Es ahí donde se puede complicar si no logra mayorías activas,
Es en ese cuadro que para una reforma estructural tan brutal como la propuesta se necesita generar mayorías ciudadanas, pero también políticas. Es decir, si no hay orden adecuado puede terminar mal. La calle no se alimenta de grandes masas ciudadanas, pero sí de pequeños grupos organizados, los que catalizan demandas de otros y crecen en la medida que lo dispuesto por la autoridad les toca muy fuerte (precios, subsidios, ayudas sociales). El propio Milei dijo que no se puede un cambio en gradualidad. Resulta compleja la mezcla de reformas profundas y democracia liberal. Esa es una tensión para la que se requieren grandes habilidades de negociación política. Ni hablar de la arista de seguridad y la importancia de estas medidas. Ese es otro flanco débil, puesto que primero había delegado esos temas en su vicepresidenta Victoria Villarruel, y finalmente, los delega en la coalición de Juntos por el Cambio con Patricia Bullrich como ministra de Seguridad. Mal manejado es una bomba de tiempo por el aumento en la miseria o cómo la percepción de pobreza traerá más delincuencia, e incluso, una posible migración masiva de población como ocurrió después de la crisis del 2001.
Es por todo lo anterior que se debe tomar con mucho cuidado estos primeros días del Presidente Milei. Concederle que ha sido muy eficaz en la labor comunicacional y de explicar las medidas a la población. También se debe reconocer que tiene hoy el favor de la ciudadanía porque hizo un discurso muy honesto y crudo a la hora de asumir. Sin embargo, debe comenzar a hacer política, de lo contrario las cosas se le pueden complicar con suma rapidez. Todavía está en él dirigir la orquesta, pero se le pueden desbandar los músicos. Otra cosa es con guitarra.
Por Soledad Alvear, abogada