Columna de Soledad Alvear: ¿Tiembla la casta?

FILE PHOTO: Argentina holds second round of presidential election


Argentina tiene un nuevo Presidente, Javier Milei. Mucho se ha escrito de su carácter excéntrico o sus posturas extremas. Repitió en campaña que haría temblar a la “casta” política de siempre y se le vincula al mundo libertario, la extrema derecha y, más de alguien, lo considera un populista. Su triunfo era una alternativa probable, pero lo que m+as impresiona el margen de más de diez puntos.

Sin embargo, más impactante aún es que si bien la elección fue hace sólo una semana y fracción, parece que en términos de la política argentina pasaron varios siglos. ¿Cuánto queda del propio Milei en el gobierno que asumirá el 10 de diciembre? La duda se da tras conocerse la mayoría de los nombres que estarán en su gabinete y equipos de trabajo. La mayoría viene de la coalición Juntos por el Cambio del expresidente Mauricio Macri y la excandidata Patricia Bullrich. De hecho, la propia Bullrich será la nueva ministra de Seguridad. Es decir, muchas caras conocidas vendrán de fuera de la coalición e incluso es posible que provengan del propio peronismo. La futura canciller, Diana Mondino, dijo que es posible que el actual embajador en Brasil, Daniel Scioli, permanezca en el cargo. Scioli fue el candidato peronista “K” que perdió la Presidencia ante Mauricio Macri.

Pareciera que su base de apoyo en la coalición de la Libertad Avanza tiene que ceder el espacio y protagonismo a Juntos por el Cambio, especialmente al PRO, su partido ancla y la sombra de Mauricio Macri. De hecho, el ahora Presidente electo viajó a Estados Unidos con su prospecto de ministro de Economía (Hacienda), Luis Caputo, que fue un funcionario de confianza política de Macri. Pareciera ser que al candidato Milei le sucede un Presidente bastante más moderado y muy pragmático. Sabe que solo cuenta con 38 diputados y un puñado ínfimo de senadores. Por ello, la ampliación de las bancadas hacia el centro será clave en una agenda legislativa apretada.

A Milei no le queda más que salir de posiciones extremas, aunque de manera estridente sigue insistiendo que su programa no tendrá gradualidad y que se deben tomar medidas ahora. Sin embargo, la realidad muestra que algunas de sus propuestas pueden traer efectos no deseados. Por lo pronto, la idea de dolarizar la economía tendrá que esperar al menos un año y medio más. Las privatizaciones de los medios de comunicación estatales y otras como Aerolíneas Argentinas son más factibles en el plazo más inmediato. Diciembre es un mes caliente en la política argentina (basta recordar la crisis de 2001) y quizás ahí está el primer gran miedo: la calle. Deberá mover las piezas con inteligencia tal de poner sus energías en la lucha antiinflacionaria, sin presionar demasiado al sindicalismo o a las masas de empleados públicos que lo reciben de mala gana. La hiperinflación está a la vuelta de la esquina y es su tarea prioritaria.

El Presidente Milei necesitara una templanza que hasta ahora no demostró en campaña. Al menos, pragmatismo hay en altas dosis. A juzgar por estos días de intensos cambios, la casta no tiembla y goza de buena salud. Tal vez mejor así. La gradualidad es la única forma de acabar con los males que aquejan a nuestro país hermano.

Por Soledad Alvear, abogada

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