Columna de Soledad Alvear: Una cumbre de ajedrez

NATO leaders summit in Vilnius


Occidente se enfrenta a un dilema importante tras la cumbre de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) celebrada esta semana en la capital de Lituania, Vilnius. Realizaron la reunión a pocos kilómetros de la frontera rusa, en un contexto donde la presión de los ucranianos por entrar a la organización aumenta de manera considerable. Como podrá entenderse, la entrada de Kiev supone que la agresión rusa ya no es solo contra dicho país, sino contra toda la comunidad parte del pacto, desatando de manera inevitable la guerra con todos, incluido los Estados Unidos.

Ucrania no es el único país presionando, pero probablemente el más perjudicado porque el conflicto es en su territorio. Finlandia ya es parte oficial del pacto lo que supone un gran problema naval para los rusos, cuya flota báltica tiene un pasadizo bastante estrecho al occidente de San Petersburgo y desde el enclave de Kaliningrado que está rodeado de territorio parte de la OTAN. A lo anterior debe sumarse la postura sueca de entrar al pacto después de décadas de neutralidad declarada. La petición ya había sido presentada la semana pasada en una reunión bilateral celebrada en la Casa Blanca entre el primer ministro Ulf Kristersson y el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.

El resultado de la petición sueca no deja de sorprender. En lo que se veía como un difícil proceso de negociación por la negativa turca al ingreso de los escandinavos, tuvo un giro inesperado. En un principio el Presidente Tayyip Erdogan condicionó el levantamiento del bloqueo a la entrada turca a la Unión Europea. Sin embargo, ahora accedió porque quiere demostrar que él es el jugador clave, y que, en un gesto de buena voluntad, puede cambiar el ajedrez geopolítico de la región.

Arriesgada maniobra la del líder turco que está jugando un partido de billar, usando todas las bandas. Por un lado, abre la entrada de Suecia, pero por otro invita a Putin a una reunión bilateral en Turquía dentro del mes de agosto. En el fondo, su mensaje es que tiene las llaves para la paz porque es capaz de entregar y recibir, tanto de Occidente como de la propia Rusia. Sin embargo, Erdogan no debe estirar en demasía el elástico. Finalmente, unos y otros pueden terminar cansados de las maniobras turcas.

Entre tanto, el resultado para Ucrania fue mixto, representado en las declaraciones finales del secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, al sostener que Ucrania ingresaría cuando fuera el momento correcto. Fue necesaria la promesa, sobre todo después de las amargas críticas del propio Presidente ucraniano Volodomir Zelenzky sobre que la inacción de la organización era la llave para que Rusia siguiera con el terror.

Lo que está detrás de este complicado ajedrez es la guerra de Ucrania, pero es más complejo. La reconfiguración del orden internacional y este cambio de era exige dibujar las fronteras de los distintos espacios vitales que las potencias tendrán en el mapa global multipolar. La discusión va más allá de Suecia o la suerte de Ucrania. Todo es sobre la real frontera de Occidente. La pregunta para los turcos es dónde quieren estar, y si están en Occidente, tarde o temprano tendrán que cuadrarse con el resto de la OTAN. Entre tanto, hay dos elefantes gigantes que miran desde fuera de la sala y que tienen un inmenso poder: India, y sobre todo, China. Finalmente, el nuevo mapa los considera como claves y Europa sin Estados Unidos se verá muy débil. Tal vez, por primera vez también sea viceversa. Estados Unidos necesita al viejo continente para poder enfrentar crisis en el Atlántico y el Pacífico al mismo tiempo.

Por Soledad Alvear, abogada

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