Columna de Soledad Alvear: Vocación pacífica y antártica

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Hace un mes zarpó la fragata Condell rumbo a Hawái. El motivo es la presencia de nuestra Armada en el ejercicio naval más importante del mundo, el Rim of the Pacific Exercise (RIMPAC). Participan 29 países liderados por Estados Unidos, y la importancia está dada por la necesidad de trabajar coordinados en donde transita la mitad del comercio mundial y el centro estratégico del siglo actual. Además, es el lugar donde está la vocación de Chile desde sus inicios republicanos.

Por su parte, terminó una polémica con el gobierno argentino por la presencia de paneles solares de una instalación trasandina en el hito 1, en la región de Magallanes. La gran preocupación es la proyección territorial que el supuesto descuido podía generar en mapas y otros instrumentos acordes al derecho internacional. Previamente, preocupó a actores chilenos la presencia norteamericana en una base antártica argentina. Y también la creciente discusión sobre los efectos que tendrá sobre el futuro de la Antártica del Tratado de Washington su revisión en 2048, alerta sobre las consecuencias que tendría sobre nuestras legítimas reclamaciones en dicho territorio.

Lo común en estos eventos es que se relacionan con la presencia de Chile en su territorio marítimo y su lugar natural de desarrollo. Reconoce de facto la importancia que le damos a ser parte del Pacífico Sur. Esta identidad esencial también incluye por definición el territorio antártico. El país avanza por instinto a una conciencia del Pacífico y nuestra vocación antártica. Sin dudas que el centro antártico que se construye en Punta Arenas es un paso enorme en la dirección correcta, y también lo es la entrada en funciones del nuevo rompehielos Almirante Viel de la Armada, como así mismo el trabajo compartido con Australia que significan las dos fragatas chilenas clase Adelaide. Además, participamos activamente como país en la reunión de Ministros de Defensa del Pacífico Sur y somos actores con experiencia en APEC. Todos estos son signos de interés nacional en donde se juega su destino.

Sin embargo, falta una campaña de conciencia nacional sobre nuestro destino pacífico, incluyendo el antártico. Nuestra Armada debe estar en el centro de preocupaciones para su desarrollo como actor en la defensa nacional, pero siempre acompañada de las universidades, centros de pensamiento y los emprendedores que ven el futuro en el Pacífico. Nuestras embajadas en la región deben ser consideradas como prioritarias, tanto por la calidad de sus embajadores como por el staff estratégico que se les destine.

Los flujos de inversión entre nuestros países deben ser destacados, lo mismo que el intercambio entre universidades. Nos preocupa qué diremos en la próxima cumbre de APEC en Lima, en términos de contenido sustancial para nuestras reuniones multilaterales, pero también para sentarse con los líderes de países como Australia y Nueva Zelanda. Debemos avanzar de manera decidida a un sistema de cooperación y una arquitectura compartida de seguridad en el Pacífico Sur, tal como lo tiene el Atlántico Norte en la OTAN. Las futuras generaciones lo agradecerán.

Por Soledad Alvear, abogada

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