Columna de Stephanie Elías Musalem: Una guerra contra niños

Aftermath of an Israeli strike on a school sheltering displaced people in Gaza City
A view of the damage at the site of an Israeli strike on a school sheltering displaced people, amid the Israel-Hamas conflict, in Gaza City August 10, 2024. REUTERS/Mahmoud Issa


“Esta guerra es una guerra contra los niños. Es una guerra contra su infancia y su futuro”, declaró Philippe Lazzarini, Comisionado General de la UNRWA, en marzo de este año, cuando la cifra de niños muertos en Gaza desde el 7 de octubre rondaba los 12.300, superando las cifras de todos los conflictos armados del mundo entre 2019 y 2022.

Hace meses, gobiernos, organizaciones y civiles exigen a Israel un alto al fuego. Tanto por escala como por crueldad, en Gaza se lleva a cabo un genocidio que no tiene precedentes en este siglo, especialmente si se considera que sus principales víctimas son niños.

Esta mañana, Israel lanzó tres bombas en la escuela Al-Tabin, ubicada en Gaza City. El ataque ocurrió mientras las personas se encontraban rezando y provocó un incendio que arrasó con el edificio. Los equipos de rescate no pudieron hacer nada porque el ejército israelí cortó el acceso al agua, y cientos de desplazados quedaron atrapados en las llamas. Al menos 100 personas fueron asesinadas en esta agresión, pero se estima que esa cifra seguirá subiendo.

Solo en lo que va de agosto, Israel ha bombardeado ocho escuelas donde miles de civiles palestinos desplazados forzosamente por el ejército se refugiaban. Con esto, Israel ha dañado o destruido al menos el 85% de los colegios de la Franja de Gaza.

La excusa del gobierno sionista de Netanyahu siempre es la misma: que en estas escuelas (al igual que en más del 55% de las infraestructuras civiles destruidas) se ocultan bases militares de Hamas. Las pruebas de esta afirmación no están validadas y causan controversia en la comunidad internacional por distintos factores, entre ellos: fuentes contradictorias, imparcialidad y acceso limitado a estas áreas por entes independientes para corroborar la información.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y Save the Children, los 625.000 estudiantes matriculados en la Franja de Gaza han perdido un año escolar completo.

Las fuerzas israelíes han matado al menos a 9.211 estudiantes y 397 miembros del personal educativo, y han herido a más de 14.237 estudiantes y 2.246 maestros en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre del año pasado. Para aquellos que sobrevivan al genocidio, las posibilidades de que se reintegren al sistema educativo son extremadamente bajas.

Según organizaciones internacionales como Unicef y Save the Children, la pérdida de escolaridad tiene consecuencias devastadoras y de largo alcance, afectando múltiples aspectos de sus vidas y el futuro de la región. Entre ellas se encuentran la limitación del desarrollo cognitivo y social, la pobreza y el desempleo futuro, los traumas psicológicos severos, y el aumento del riesgo de explotación y abuso infantil, entre muchas otras.

Todo esto no considera el infierno adicional que provoca Israel en los niños de Gaza con el bloqueo de alimentos, agua y medicinas, sumado a la destrucción del sistema sanitario que impide que los menores puedan acceder a asistencia médica.

La malnutrición, la hepatitis A, las enfermedades cutáneas y la poliomielitis son las afecciones que están destruyendo la vida de los infantes y menores que no son asesinados por las bombas o por los disparos directos de los francotiradores israelíes, como reveló en su testimonio el doctor judío estadounidense Mark Perlmutter tras su misión médica en la Franja.

En este Día del Niño, mientras celebramos a nuestros hijos, recordemos a los niños de Gaza que han sido despojados de todo. Es nuestro deber como seres humanos morales alzar la voz por aquellos que no la tienen y asegurar que no sean olvidados en su lucha por la supervivencia y la dignidad.

Por Stephanie Elías Musalem, directora de Contenidos Centro de Información Palestina

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