Columna de Sylvia Eyzaguirre: 8M, avances y desafíos
La conmemoración del Día de la Mujer es una buena fecha para revisar los avances que ha tenido la agenda de la mujer y los desafíos aún pendientes. El avance más simbólico ha sido la aprobación de la Ley de violencia integral contra la mujer, que busca entregar una ley marco que establezca las bases y lineamientos para abordarla. La ley avanza en ampliar las tipologías de violencia que experimentan las mujeres y en incluir obligaciones al Estado para su prevención y eventual erradicación. En términos prácticos y culturales, sin embargo, considero que la aprobación de la reducción de la jornada laboral a 40 horas puede tener un impacto mayor en el bienestar de las mujeres, así como también de las familias. En principio, esta ley no favorece directamente a las mujeres, toda vez que favorece a todos los trabajadores. Pero esta reducción gradual de la jornada permitirá compatibilizar mejor la vida laboral con la vida familiar, incentivando la corresponsabilidad al interior del hogar. Por una parte, es un incentivo para que las mujeres ingresen al mercado laboral y, por otra parte, permite a los hombres dedicar más horas a las tareas familiares.
Ahora bien, la implementación de la reducción de la jornada laboral es gradual y todavía no alcanzamos a ver su impacto. Ello es crítico, toda vez que la dimensión más descendida en materia de equidad de género en Chile es precisamente la de participación laboral y remuneraciones. La autonomía económica es condición de posibilidad para asegurar no solo las libertades positivas de las mujeres (en lenguaje de Isaiah Berlin), sino incluso también las negativas. De ahí que no sea comprensible que un gobierno que se define como feminista haya postergado el plan de reactivación económica con enfoque de género, en un escenario económicamente complejo. Asimismo, resulta incomprensible que se haya condicionado el proyecto de sala cuna universal a la aprobación de una reforma tributaria. ¿Por qué tienen las mujeres que subsidiar el trabajo de los hombres asumiendo todo el costo del cuidado de los hijos en el Código del Trabajo? Es fácil echarle la culpa a la falta de recursos para mantener el statu quo, cuando ese statu quo lo terminan pagando exclusivamente las mujeres. Pensando en el legado de este gobierno que se le acaba el tiempo, este podría ser tal vez el más importante.
En otras dimensiones también hemos visto algunos avances. El gobierno con el Congreso logró aprobar una ley de pensión de alimentos y otra de corresponsabilidad, que buscan velar por la protección de la familia. Algunos avances menores también hemos podido ver en el programa de cuidados; por cierto, un avance muy reducido en comparación con las promesas de campaña.
Pero tenemos muchos desafíos por delante, que nos invitan a reflexionar sobre el tipo de igualdad entre hombres y mujeres que queremos. Los resultados Simce revelaron un aumento de la brecha de género en matemática de 200%. Algo pasó durante la pandemia y después también que las más afectadas fueron y siguen siendo las niñas. Es un fenómeno que debemos estudiar y revertir con prontitud. Por otra parte, es importante que nos preguntemos si queremos avanzar o no en mayor igualdad en materia de sociedad conyugal y pensiones. El anacrónico régimen de sociedad conyugal considera al hombre como su exclusivo administrador, pero el patrimonio de la mujer no entra en dicha sociedad. ¿Mantendremos este “eventual” beneficio o avanzamos en igualdad? Una pregunta similar nos debiéramos hacer respecto de las pensiones. La diferencia en la edad de jubilación entre hombres y mujeres produce una brecha en el monto de la pensión de 40%, si todos los otros parámetros se mantienen iguales. ¿No será hora de que avancemos en línea con el resto de los países del mundo en eliminar esta diferencia? Este gobierno “feminista” y “progresista” es tal vez el más apropiado para empujar esta igualdad, pero sinceramente lo veo demasiado conservador.
Por Sylvia Eyzaguirre, investigadora CEP