Columna de Sylvia Eyzaguirre: La agonía de la educación pública
Indignación causaron las palabras del ministro de Educación sobre los resultados de la educación pública en la última Prueba de Admisión a la Educación Superior (PAES). Indignación por tratar de ocultar lo que los datos gritan: la educación pública agoniza.
Revisemos datos objetivos. Si comparamos los resultados Simce de 2014 y 2022 observamos que los estudiantes de liceos emblemáticos bajaron su rendimiento en matemática y lectura en 0,8 y 0,5 desviaciones estándares, respectivamente. Para que tengan una idea, retroceder 1 desviación estándar equivale a retroceder dos años escolares. Esta caída no es atribuible a los efectos de mitigación de la pandemia; si bien la gran mayoría de los estudiantes bajó su rendimiento en 2022, la caída de los estudiantes de los liceos emblemáticos fue 3,4 y 2,6 veces mayor que la caída promedio del resto de los estudiantes en matemática y lectura, respectivamente.
Si miramos los resultados en las pruebas de admisión a la educación superior, observamos que mientras en 2014 el 8% de los estudiantes del 10% superior de resultados estudió en un liceo emblemático, en 2022 solo el 3,9% lo hizo, registrando una caída de 51%. Esta caída no se acompaña de un alza significativa de los estudiantes de liceos municipales. Lamentablemente, si miramos el 10% de mejor desempeño, observamos que los estudiantes de liceos municipales disminuyeron en 14%, mientras los particulares pagados aumentaron en dos puntos porcentuales y los particulares subvencionados se mantuvieron. Si analizamos el 10% de peor desempeño, observamos que los particulares pagados redujeron en 50% los estudiantes en este nivel de desempeño, mientras los estudiantes de liceos municipales aumentaron en 2 puntos porcentuales. Mirando estos datos no hay cómo concluir que los liceos municipales se han fortalecido en el tiempo. Hacer este ejercicio mirando al 20% o al 25% superior de resultados, como he visto que algunos han hecho, no es correcto, toda vez que los colegios particulares son cerca del 10% de la matrícula.
Pero no todo se refleja en el rendimiento escolar; miremos también lo que nos dice la matrícula y las preferencias de las familias. Según datos del Mineduc, entre 2015 y 2023 el número de estudiantes matriculados en los liceos emblemáticos se redujo en 16% en promedio, registrando algunos liceos una caída de la matrícula mayor al 50%. Los establecimientos municipales también registran una caída en su matrícula, mientras que el sector particular pagado aumentó su matrícula en 22%. Es decir, desde la aprobación de la Ley de Inclusión hasta hoy la educación pública se ha debilitado y la particular pagada fortalecido. Si analizamos las preferencias de las familias a través del Sistema de Admisión Escolar (SAE), advertimos que en 2019 el 84% de las vacantes ofrecidas por los liceos emblemáticos fue llenada en la primera ronda de asignación, en 2022 solo el 62%; quedando varios liceos con vacantes sin llenar. Finalmente, si analizamos cómo ha ido variando la composición socioeconómica de los liceos emblemáticos notamos que mientras en 2015 el 90% de los estudiantes provenía de los primeros tres quintiles de ingreso, en 2022 el 72% provenía de estos quintiles, aumentando de forma significativa los estudiantes de los dos quintiles de mayores ingresos.
Estos datos duros deben complementarse con los graves problemas que hemos presenciado en la Nueva Educación Pública, donde el servicio local de Atacama es solo la punta del iceberg, y la violencia política en algunos liceos emblemáticos que tiene de rehenes a sus estudiantes.
Si de verdad queremos fortalecer la educación pública, entonces debemos mirar con preocupación los resultados, aceptar que las últimas políticas públicas no han contribuido a fortalecerla y a tomar medidas urgentes, como reponer la selección por mérito en los liceos de excelencia y modificar completamente el diseño de la Nueva Educación Pública.
Por Sylvia Eyzaguirre, investigadora del CEP
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