Columna de Teodoro Ribera: La violencia y su ausencia en la política exterior

Venezuelan opposition politicians Gonzalez y Machado pray during a rally, in Caracas


A días de las elecciones presidenciales en Venezuela, las tendencias confirman la ventaja del candidato opositor Edmundo González, un exdiplomático sin experiencia política pero con una larga trayectoria internacional. Se trata de una elección crucial no solo para Venezuela, sino también para nuestra región y país, convulsionados por la violencia, el crimen organizado y las olas de migrantes que huyen de la catástrofe social y económica venezolana.

La violencia se ha convertido en una variable central de la política chilena y cada día es más claro que ella proviene tanto de fuentes domésticas como de redes internacionales del crimen organizado, que se fortalecen de la calamidad que vive Venezuela.

Ante esa evidencia, su ruta hacia Chile compromete a Colombia, Ecuador, Perú y fundamentalmente a Bolivia, como eje central de su distribución al Cono Sur. Por ello, no se trata solamente de tener presencia diplomática en estos países, sino de volcar a nuestra diplomacia a trabajar prioritariamente en un diagnóstico y estrategia común contra la violencia que ingresa a Chile. En esto, queramos o no, la dimensión internacional es clave y es la gran ausente en el debate interno.

Es lamentable que a lo largo de estos años nuestra política exterior se haya desentendido de trabajar una agenda más real de la violencia, o haya avanzado en acuerdos que reflejan candidez y desorientación. Mientras nuestra seguridad se ha visto sobrepasada por una oleada de migrantes ilegales, estábamos más preocupados de promover una política exterior turquesa.

El bochornoso convenio de cooperación policial firmado en Caracas en enero de este año y la condescendencia insólita con el régimen de Bolivia -que contrasta con el disgusto con el gobierno argentino ante las denuncias de operaciones de Hezbollah en Chile-, ejemplifican falta de análisis ante el mayor de los desafíos internacionales que encara nuestro país. La apertura de pasos fronterizos con Bolivia durante las 24 horas es una señal equivocada hacia un régimen que coquetea con la informalidad, el narcotráfico, la migración irregular, entre otros.

Los comicios venezolanos constituyen un hecho de la más alta significación para la política exterior chilena, pues para combatir la violencia en Chile hay que restablecer conjuntamente el Estado de Derecho en Venezuela. Por ello, cabe preguntarse si nuestra diplomacia acompañó este proceso con el debido carácter, dedicación y prudencia.

Las amenazas de Maduro, que su derrota puede conllevar una guerra civil, deben ser cuestionadas con una clara decisión de la comunidad internacional de exigir transparencia y respeto al acto electoral. Bien haría Chile de expresarse con rotundez al respecto, forzando al dictador a abandonar cualquier camino diverso del de aceptar la decisión popular.

Por Teodoro Ribera, rector de la U. Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores

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