Columna de Tomás Casanegra: Aprobar (para)

Tomás Casanegra

"Me desconcierta que el 'aprobar para reformar', como se le ha llamado, se vea como el gran evento del cual el 'aprobar' sería solo un subconjunto, un caso particular, un gustito de un pequeño grupo de fanáticos, nada más".



¿Aprueba usted el texto de Nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional?, es la pregunta que deberemos responder el próximo 4 de septiembre.

Por lo que interpreto de las encuestas (base cien), aproximadamente el 55% de los chilenos rechaza, el 10% aprueba, y el 35% hará algo que me desconcierta: “aprobará” una propuesta de texto sobre la cual no le están preguntando y que ni siquiera ha sido escrita. Estos compatriotas quieren “aprobar” de manera abstracta algo que imaginan, aun cuando para ello estén aprobando de manera concreta otra cosa.

También me desconcierta que el “aprobar para reformar”, como se le ha llamado, se vea como el gran evento del cual el “aprobar” sería solo un subconjunto, un caso particular, un gustito de un pequeño grupo de fanáticos, nada más. Puede ser cierto desde el punto de vista de la “intención de voto” (en el sentido literal), pero no lo es desde el punto de vista de lo que realmente se vota, ni tampoco lo es desde el punto de vista lógico. Entre todos los acontecimientos que se pueden dar en Chile a partir del 5 de septiembre, aprobar con cualquier apellido siempre será un subconjunto del aprobar a secas, una de las tantas alternativas que se podrán dar. El caso base para el votante Apruebo es el texto de la Convención aprobado. Es lo que se pregunta y, de ganar, es lo que se obtiene.

Kahneman y Tversky, dentro de todas las cosas interesantes que descubrieron fue que al darle una narrativa descriptiva a un evento lo hacían más “probable” en la cabeza de la gente, aun cuando el relato añadido lo hacía menos probable en la realidad. Por ejemplo, después de hablarles a un grupo de personas sobre la vida de Linda, una mujer que representa el estereotipo feminista, Kahneman y Tversky preguntaban qué tan probable es que Linda presente ciertos rasgos específicos que no fueron mencionados: ¿es psicóloga?, ¿participa del movimiento feminista?, ¿trabaja en un banco?, ¿es vegetariana?, ¿trabaja en un banco y participa del movimiento feminista?, ¿practica yoga?, etc. Lo increíble de experimentos como este es que al presentar algunas de las preguntas a distintos grupos de personas, estas personas le asignaban consistentemente una mayor probabilidad al evento “trabaja en un banco y participa del movimiento feminista”, que al evento “trabaja en un banco”, aun cuando la probabilidad que Linda haga ambas cosas es menor por definición. La causa de esta inconsistencia lógica es que la probabilidad de ocurrencia de un evento la asignamos en función de la cercanía que sentimos del relato y de las asociaciones mentales que vamos realizando, aun cuando esa asignación de probabilidades contradiga la lógica. En otras palabras, al ponerle “color” a algo lo percibimos más probable aun cuando, por el mismo “color”, sea menos probable su ocurrencia en la realidad. Técnica que todo marquetero (político o no) conoce a la perfección: la gente no escoge entre las cosas que se le presentan, sino que escoge entre las descripciones de esas cosas. Ya sabe, si me quiere vender una sociedad de bienestar como la holandesa, es más “probable” para mi cabecita creer que tendremos el bienestar de Holanda, si su descripción incluye los trenes de Holanda y millones de personas andando en bicicleta como en Holanda, que tener ese nivel de bienestar a secas. Obviamente, en el mundo real mientras más atributos específicos le ponga a ese bienestar aún menos probable de lo que ya es se hace su ocurrencia.

Alguno de ustedes (espero no muchos) me dirá: “bajo tu misma lógica, un Rechazo sin apellido (porque tampoco esa opción tiene apellido en la papeleta) significa entonces no reformar la actual Constitución”. A lo que respondo: “No. Bajo la única lógica que existe, significa nada más ni nada menos que rechazar lo que se está proponiendo: el texto de Nueva Constitución escrito por la Convención Constitucional”.

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