Columna de Tomás Duval: Principios, no bordes
Las fuerzas políticas con representación parlamentaria están haciendo genuinos esfuerzos por encontrar acuerdo en los denominados “bordes” o “principios” rectores del nuevo proceso constituyente que hasta ahora serían al menos doce puntos sobre distintas materias. Por su parte, el Presidente de la República ha señalado también que “lo que espero que pase es que tengamos una nueva Convención, con bordes más claros … con plazos quizás más acotados tomando en cuenta la experiencia anterior y con apoyo de un comité de expertos o gente que contribuya a hacer la discusión más fácil y digerible”. En este sentido, estamos entonces en presencia de un nuevo proceso, que ahora no se limita a un procedimiento ni al tamaño del futuro órgano constitucional, sino en la construcción de un acuerdo político y constitucional que abarque al proceso en su conjunto, he aquí la novedad.
Este momento de pausa constitucional se encuentra lleno de tensiones, temores y anhelos de las fuerzas políticas que producto de la reflexión y no solamente del resultado o del tsunami electoral del plebiscito del 4 de septiembre, sino también de la experiencia reciente de la Convención Constitucional, en la cual pareciera que la ciudadanía no se encontrara dispuesta a permitir que un grupo de personas elegidas en un momento político - social determinado -al que no le interesaba ponerse de acuerdo con nadie tal como planteaba un tristemente célebre convencional “los grandes acuerdos los vamos a poner nosotros y los demás tendrán que sumarse”- pueda condicionar los intercambios y debates o la libertad y menos aspirar a propuestas identitarias o refundacionales.
Los denominados “bordes” del proceso constituyente me parecen una mala expresión ya sea por su significado, esto es, “extremo u orilla de algo”, sino porque expresarían una manera de señalar que los ciudadanos no podrían decidir sobre ciertas materias, ergo sugiero entonces denominarlo principios del proceso constitucional.
Estos incluyen cuestiones tales como Chile una república democrática, Estado social y democrático de derechos, existencia de tres podres del Estado, órganos autónomos etc.; por cierto todavía con algunas cuestiones difusas con relación a la subordinación de las FF.AA. al poder civil, en el sentido que deben estar sujetas a la Constitución y a las leyes. Con todo, estos principios no parecen destinados a evitar el debate constitucional futuro, sino más bien a intentar concentrar la futura discusión constitucional en un texto que dé cuenta de aquellas cuestiones comunes de la convivencia social como en lo atingente a la democracia, derechos fundamentales y sus garantías, las libertades, un desarrollo más sustentable, entre otros.
Este acuerdo político y constitucional, más allá de los principios incluidos y el diseño del nuevo proceso con sus mecanismos y nuevo órgano constitucional, podrá tener un buen resultado si ninguno de los actores involucrados empieza a jugar el partido antes del tiempo establecido, ni colocando reglas que no podrían cumplirse aunque contáramos con árbitros y con VAR. Los partidos políticos tienen una gran oportunidad no solo eligiendo candidaturas, asumiendo el compromiso con los principios y el proceso sino y, quizás, con lo más relevante como es el resultado de este proceso frente a la ciudadanía, ya que difícilmente tendrán otra oportunidad.
Tomás Duval, académico de la Universidad Autónoma de Chile