Columna de Tomás Jordán: Reforma política, diez años, diez lecciones

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Reforma política, diez años, diez lecciones. Raul Zamora/Aton Chile


En 2015 el sistema político chileno estaba viviendo su peor crisis desde el retorno a la democracia. La auspiciosa tramitación de la reforma al sistema binominal, se estrelló contra el financiamiento ilegal de la política, conflictos de intereses y una relación Ejecutivo/Legislativo en fase de agotamiento.

Diez años, diez lecciones. La primera es breve. Las crisis exigen un movimiento rápido del Ejecutivo para dar señales de tranquilidad.

Segunda lección: es en las crisis donde se abren espacio para las reformas. En tiempos de “normalidad” los actores no tienen el incentivo para generar cambios, pero en las situaciones de complejidad es posible ver los defectos de funcionamiento del sistema y, cómo nadie sabe la ruta que tomará la crisis, se produce la voluntad y apertura.

El tercer aprendizaje, y propio del sistema presidencial, es que este tipo de reformas sólo pueden avanzar si el(a) Presidente pone su capital político a disposición del bien común. En estos escenarios la tensión entre popularidad e interés general se acrecienta y es ahí donde el liderazgo presidencial se debe poner a disposición del futuro.

La cuarta lección es que las reformas políticas requieren un objeto. Las autoridades deben examinar la finalidad de los cambios, pues en su tramitación deberán sortear diferentes intereses, de modo que su resultado será la consecuencia de los diferentes impactos sufridos.

La quinta lección es que la reforma no tendrá éxito si no se hace con la colaboración de los congresistas y los partidos. Ellos son los principales afectados por estos cambios, por lo que se requiere la generación de espacios prelegislativos e interlegislativos para su éxito.

Ahora bien, como sexta lección, los congresistas muchas veces no son los mejores tomadores de las decisiones que los involucran. Por ello, el Ejecutivo debe tener claridad en el objeto de las reformas y conciliarlas con las visiones del Congreso. Un error de la reforma política fue cambiar el sistema electoral a partir de un acuerdo con los grupos pequeños. Lo mismo en el financiamiento. Las grandes reformas requieren grandes acuerdos.

Séptima: se requiere que la reforma sea sistémica, aunque sea minimalista, si no, el modelo se desbordará por algún punto. Esto exige examinar las distintas interacciones, sistema electoral, cuotas, partidos, ciudadanía, el financiamiento y la fiscalización, control y sanción.

Octava: debe existir equilibrio entre empoderamiento de los partidos y control. El aporte estatal a los partidos conllevó un Servel con más atribuciones y autonomía. Para una mejor fiscalización se requiere distancia entre el órgano de control y el objeto de ese control.

Novena: no todo puede quedar legislado. Por ejemplo, la regulación de las campañas por redes sociales. En ese tiempo eran iniciales y la mejor opción fue examinar su evolución.

Décima y final: las reformas necesitan una revisión constante. La política tiene una característica propia, su capacidad de mutar según el escenario que enfrenta. Si no se revisa en forma periódica el sistema político, éste lo asimilará y se impondrá por sobre las reglas.

Por Tomás Jordán, abogado constitucionalista

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