Columna de Víctor Inostroza: Valparaíso, la batalla por nuestras calles

Puerto de Valparaíso, años 60s
Puerto de Valparaíso, años 60s. Foto: Enterreno


En varias comunas de la región de Valparaíso, el miedo ha dejado de ser una sensación esporádica y se ha convertido en una realidad cotidiana. El reciente operativo policial en Limache, Villa Alemana y Viña del Mar contra el Tren de Aragua, que dejó 34 detenidos, ha sacado a la luz lo que muchos vecinos han sufrido en un ensordecedor silencio: extorsión, violencia y narcotráfico tomando el control de sus barrios. “Hemos podido dormir tranquilos desde el allanamiento, pero ahora los departamentos ya se ven iluminados de noche. Vino algún pariente a tomárselo”, relata un residente de Villa Alemana, quien menciona que hasta los niños exhiben armas en plena calle.

Este clima de terror se confirma en los datos oficiales, que muestran un aumento significativo en la victimización en la región. Según el quinto Boletín de Seguridad de Fundación P!ensa, uno de cada cinco hogares de la región de Valparaíso ha sufrido al menos un delito, lo que significa un incremento del 5,1% en comparación con 2021. Esta escalada es especialmente alarmante en comunas como Viña del Mar, Valparaíso y Villa Alemana, donde las redes criminales no solo controlan el narcotráfico, sino que también extorsionan a quienes intentan llevar una vida normal.

La percepción de inseguridad está completamente justificada. En los barrios de la región, la percepción de aumento de la delincuencia ha crecido un 8,1% desde 2021, según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC). El miedo no es consecuencia de una campaña comunicacional para desprestigiar la labor de las autoridades, como algunos han sugerido, sino que es una respuesta natural a un fenómeno que es real: balaceras, asaltos y amenazas que se han vuelto comunes, con tiroteos y muertes violentas en zonas que antes no experimentaban este nivel de criminalidad. “Aquí mataron a un hombre con 47 disparos en plena calle”, relata un vecino de Viña del Mar, donde el narcotráfico ha impuesto su ley a quienes se resisten a la extorsión.

Aunque los operativos recientes han debilitado las estructuras del crimen organizado, la simple intervención policial no es suficiente. Es urgente fortalecer la capacidad de inteligencia y mejorar la investigación judicial, como sugieren los expertos, para asegurar que se recopilen pruebas sólidas que permitan llevar a los delincuentes a juicio y lograr condenas efectivas. Además, es fundamental establecer barreras que impidan la corrupción institucional, una amenaza constante en territorios donde el crimen organizado busca penetrar.

Si bien la coordinación comunitaria ha aumentado, con sistemas de alarmas y vigilancia entre vecinos, y se registra que un 3,9% de los hogares posee armas de fuego para protegerse estas medidas siguen siendo insuficientes ante la magnitud del problema. Seamos claros: estas medidas preventivas son como una pistola de agua frente a una bazuca cuando se comparan con el poder de fuego de las bandas criminales. Es crucial equilibrar las tareas de prevención con una persecución decidida del crimen, y para ello, Chile (el Estado de Chile) debe aprovechar la cooperación internacional, ya que el crimen organizado no reconoce fronteras.

El sombrío panorama en la región de Valparaíso demanda una acción inmediata y decidida. El crimen organizado está afectando a las familias más vulnerables y transformando la convivencia en las comunas de la región. Las políticas de seguridad deben enfrentarlo con mayor profundidad y persistencia, antes de que el miedo y la violencia se conviertan en los únicos dueños de nuestras calles.

Por Víctor Inostroza, Investigador Fundación P!ensa

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