Columna de Víctor Orellana C. y Pablo González S.: Una estrategia para iniciar un nuevo ciclo en la educación superior
En las últimas décadas, países como Corea del Sur, Irlanda, Nueva Zelanda o Australia lograron complejizar sus economías, aumentar la productividad y diversificar su matriz productiva de la mano de la modernización de sus sistemas de educación superior. La receta no es un misterio: naciones cuya ciudadanía cuenta con habilidades y competencias para desempeñarse en un mundo dinámico e interconectado, así como con la autonomía y creatividad para innovar y generar valor público, crecen más y de manera más sostenible e inclusiva.
Desde la recuperación de la democracia nuestra educación superior ha recorrido un camino marcado por la expansión en la cobertura, la estabilización de la oferta y la instalación de un sistema de aseguramiento de la calidad. En treinta años la matrícula en el sistema se multiplicó por seis, y entre 1990 y 2022 la proporción de personas entre 18 y 64 años con estudios superiores aumentó en 2,7 veces. Sin embargo, estos significativos avances no han tenido el correlato esperado en la productividad del país y en nuestra matriz productiva, la que sigue mostrando importantes brechas en diversificación e incorporación de valor agregado.
Necesitamos un punto de inflexión. El desarrollo sostenible y descentralizado al que aspiramos requiere que las personas y los territorios cuenten con las capacidades y la agencia necesarias para insertarse en un sistema económico crecientemente globalizado y tecnologizado. La principal herramienta para lograrlo es la educación. Para que el sistema educacional esté a la altura de los desafíos actuales y futuros necesitamos una visión de conjunto que mire más allá de la coyuntura y construya sobre los acuerdos que permitieron generar una institucionalidad sólida para el sector, e inaugurar así un nuevo ciclo de modernización.
Para abordar este desafío la Subsecretaría de Educación Superior ha convocado a destacadas personalidades del mundo académico, productivo, científico e intelectual para la conformación de un Consejo Asesor para la Elaboración de una Estrategia para el Desarrollo de la Educación Superior. Esta estrategia, según mandata la ley, abordará, con un horizonte de largo plazo, los desafíos de proyectar nuestra educación como sistema.
¿Cuál es el sistema de educación que queremos y es factible de alcanzar? ¿Cómo diseñar procesos formativos que acompañen las trayectorias de vida de las personas, permitiéndoles realizar sus capacidades de manera integral y sobre la base de principios de inclusión y bienestar? ¿Qué esquemas de colaboración fortalecerán la generación de conocimiento de frontera, la innovación, la transferencia tecnológica, la creación artística y cultural, y la internacionalización de nuestras instituciones de educación superior? ¿Cómo fortalecer la articulación de la educación superior con el mundo laboral y productivo, de manera de hacer de las instituciones de educación superior y sus comunidades protagonistas de la dinamización del desarrollo del país desde cada una de sus regiones? Y para todo lo anterior, ¿cómo consolidar un sistema que, en su arquitectura, financiamiento y gobernanza, permita apalancar el desarrollo humano y productivo sostenible para las próximas décadas?
Abordar estos formidables desafíos requerirá un Consejo Asesor que convoque a acuerdos amplios, sustentados en evidencia y diálogos transversales, con una mirada estratégica que, nutriéndose de nuestros mejores aprendizajes y conocimientos, así como de la experiencia internacional de los países líderes, nos permita construir una política de Estado para la educación superior chilena de las próximas décadas.
Por Víctor Orellana Calderón, subsecretario de Educación Superior, y Pablo González Soto, presidente del Consejo Asesor de la Estrategia de Desarrollo para la Educación Superior