Columna de Víctor Salas: Desempleo y actividad productiva
La tasa de desempleo en nuestro país estuvo durante casi todo el año 2022 alrededor del 7,8% y 7,9%, pero en los meses recientes ha estado aumentando paulatinamente, desde 8,0% en diciembre a 8,8% en marzo de este año. Ello ocurre porque la economía chilena este primer trimestre de 2023 finalmente nos muestra que ha estado entrando en un proceso recesivo, lo que significa que tendremos cada vez menos creación de nuevos puestos de trabajo, mientras cae la actividad productiva (-2,1% en marzo 2023) y, a la vez, en estos últimos meses se observa que crece la entrada de personas a la fuerza de trabajo, todo lo cual resultará en tasas de desempleo cada vez mayores.
Al respecto, es bueno hacer algunos alcances sobre lo que debe preocuparnos en la tendencia del desempleo este año. Primero, veremos dos aspectos propios del cálculo de la tasa de desempleo.
Como bien sabemos, lo que el INE nos presenta mensualmente es un promedio trimestral, traslapado, mostrando así un resultado amortiguado, tanto a la baja como al alza, especialmente cuando la tasa del último mes del trimestre es muy baja o, al revés, si es muy alta, como está ocurriendo hoy. Los datos recientes nos indican que la tasa de desempleo de marzo debiera estar alrededor de 9,4/9,5%, por eso, al promediarlo con las tasas de enero y febrero dan una tasa promedio del trimestre enero a marzo de 8,8%, como ya hemos dicho.
Además, en marzo se termina la temporalidad propia del empleo en Chile; temporalidad que ocurre aproximadamente entre octubre de un año y marzo del siguiente, donde son varios los sectores que aumentan sus contrataciones (en la agricultura se da el caso de los “temporeros” para la cosecha de frutas y productos agrícolas, en la construcción se aprovecha el buen tiempo y, entre otros, por temporada, se amplían los servicios turísticos). Luego, por la temporalidad, para los próximos meses se debiera esperar mayores tasas de desempleo.
Por su lado, vemos que la actividad productiva también ha respondido a sus fundamentos y ha estado cayendo este primer trimestre de 2023. Según el INE, en marzo de este año, el Índice de Producción Minera anualizado cayó en 8,7%, lo mismo ocurrió con el Índice de Producción Manufacturera, que tuvo una baja interanual de 5,5%. La Superficie Autorizada de Permisos de Edificación se reduce en 44,3%, mientras el Índice de Ventas de Supermercados es de -10,6% interanual, en marzo de 2023. Todos los resultados dan indicios de que estamos en un camino que es, a lo menos, de estancamiento. Pero, sin dudas, si la economía mundial entra en recesión o estancamiento, ya sea por los aumentos de las tasas de referencia de la política monetaria en USA y la zona Euro, por los problemas que están nuevamente manifestándose en el sistema bancario financiero norteamericano y europeo, esa recesión profundizará rápidamente nuestro estancamiento.
En el contexto de una economía en un proceso recesivo y de aumento del desempleo, el aumento del salario mínimo podría dejar de tener efectos menores o cercanos a cero en la tasa de desempleo, como lo ha sido hasta aquí y afectaría la mantención de los empleos, especialmente, los que son generados por las micro y pequeñas empresas. Un efecto negativo sobre el empleo ocurrirá si no se subsidia suficientemente a las Mipyme para financiar los mayores costos que significa subir el salario mínimo a 500 mil pesos. En el caso, como está ocurriendo con los acuerdos recientes entre gobierno y dirigentes empresariales del sector, que el Fisco subsidie parte del aumento de salario mínimo en la Mipyme. Entonces, los efectos negativos no se darán por el lado del desempleo, sino por el mayor gasto fiscal que presionará los precios, aumento que se estima entre 311 y 386 mil millones de pesos y que no será nada fácil retirar (como el IFE universal en 2022) en los años siguientes.
Por Víctor Salas, Departamento de Economía Usach