Columna de Yanira Zúñiga: El dilema Wollstonecraft

La diligencia de allanamiento e incautación que afectó a la diputada Cariola, mientras se encontraba en trabajo de parto, marcó la pauta noticiosa de la semana pasada, tanto por su relevancia política como por su coincidencia con la conmemoración del 8M. La polémica ha dejado ya varios coletazos. A saber, una fallida censura a la mesa de la Cámara, y las primeras escaramuzas de lo que será una larga controversia judicial. La defensa de Cariola objeta la calidad e integridad de la información usada por la Fiscalía para obtener la orden judicial que autorizó tal diligencia; y cuestiona la oportunidad y forma en que esta fue ejecutada por la PDI. En particular, denuncia que se cometió violencia obstétrica, una hipótesis prohibida por el derecho internacional y la ley chilena. La PDI asegura, en contraste, que sus efectivos no perturbaron el parto de Cariola; y que se apegaron a los protocolos aplicables a cualquier ciudadano. En suma, que “primó la igualdad ante la ley”.
Estos hechos pueden examinarse desde varios ángulos. Aquí me interesa explorar lo que Carol Pateman denominó el dilema Wollstonecraft, en referencia a quien escribiera, en 1792, Vindicación de los derechos de la mujer, uno de los primeros manifiestos feministas. Pateman observó que en dicha obra y en las demandas feministas posteriores coexisten dos estrategias argumentativas, que dan origen a un dilema. A veces, se reclama una ciudadanía ciega a la diferencia sexual (o igualdad ante la ley); y otras, se defiende la necesidad de tratos diferenciados. Según Pateman, hay una tensión entre invocar un trato indiferenciado y ensalzar, luego, la maternidad para reclamar derechos específicos, como lo hacía Wollstonecraft. Es verdad que ambas lógicas parecen difíciles de conciliar. Pero, no parece que el dilema (si lo hay) sea una cuestión estrictamente feminista. En el discurso conservador, por ejemplo, las feministas son fustigadas por pretender tratos especiales y también por ignorar las diferencias “naturales” entre hombres y mujeres.
¿Se trata, en realidad, de un dilema sin solución? Creo que no. La obra de Wollstonecraft puede ser entendida como un reclamo unívoco de subjetivación, una defensa de una identidad propia y autónoma, construida desde y para el sujeto femenino; pero que se articula a través de una doble faz. Una que contempla la asimilación y otra que requiere la diferenciación. Siendo así, es posible sostener dos cosas que no se oponen entre sí, y que son aplicables a Cariola y a otras mujeres. Toda mujer debe ser tratada como cualquier otra persona en lo que concierne al respeto de sus derechos y al cumplimiento de sus obligaciones. Sin embargo, también debe respetarse la especificidad femenina -por ejemplo, su capacidad de parir- al aplicar normas generales (como aquellas que rigen las medidas intrusivas en un proceso penal); y, en particular, aquellas que reconocen su especial vulnerabilidad frente a ciertos fenómenos, como la violencia obstétrica.
Por Yanira Zúñiga, profesora Instituto de Derecho Público, Universidad Austral de Chile
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