Columna de Yanira Zúñiga: Mujeres coraje

Women protest over the death of Mahsa Amini in Iran, in the Kurdish-controlled city of Qamishli


Entre los años 2000 y 2003, Marjane Satrapi, una mujer de origen iraní, asentada en Francia, publicó una serie de historietas denominada Persépolis. En esta obra, llevada luego al cine, ella cuenta las historias de su país y de su vida, entrelazadas. Una historia de Irán hecha con retazos de historias personales, un anecdotario autobiográfico salpicado de agudeza, sarcasmo, humor, desesperanza y resiliencia. Nacida diez años antes de la revolución islámica de 1979 (la cual sustituyó una dictadura monárquica por una dictadura religiosa), la niña Marjane se debate entre la tradición y la modernidad, la realidad y los sueños. La búsqueda de su identidad, atravesada por el dilema entre arraigo y desarraigo, sujeción y rebeldía, aparece en el relato de una Marjane adolescente, enviada por sus padres a Austria a proseguir sus estudios secundarios para escapar del oscurantismo; y en la joven repatriada Marjane, quien ingresa a la universidad en Teherán, se casa y divorcia prontamente, siguiendo el camino de su abuela, una mujer abierta e independiente.

Persépolis es un recordatorio de que la lucha femenina por la libertad y la igualdad, donde quiera que se libre -incluida Europa-, tiene un precio que puede tornarse extraordinariamente alto en sociedades no democráticas o intolerantes. Cuando las estructuras guardianas de la moral patriarcal permean el aparato de represión estatal, la transgresión femenina se vuelve un asunto de Estado y se puede llegar a pagar con la propia vida.

Es lo que le ocurrió a Mahsa Amini. Ella fue detenida por la Ghast-e-Ershad- una policía guardiana de las costumbres -o de la “revolución” como la refiere Satrapi en Persépolis- por no portar el velo islámico correctamente. Tal “descuido” se había vuelto una forma de rebeldía común entre jóvenes iraníes. La muerte de Mahsa Amini ha catalizado una ola de protestas en calles y redes sociales cuyas protagonistas han sido mujeres. Mujeres que rehúsan portar el velo, se cortan sus cabellos, encaran a las fuerzas de represión y entonan cánticos de protesta. Mujeres coraje.

No cabe duda de que las mujeres iraníes, así como todas quienes sufren opresiones cruentas, requieren acciones urgentes de solidaridad internacional y movilización pública (no solo feminista) que empujen transformaciones políticas y culturales en protección de sus derechos. Pero eso no equivale necesariamente a “occidentalizar” la receta de la libertad y de la igualdad de género. El mejor resumen de que la liberación femenina requiere respetar la agencia de estas corajudas mujeres es la reflexión que hace unos pocos años hiciera la misma Marjane Satrapi sobre la controversia en torno al velo. “Detesto el velo -decía. Pero más importante que lo que yo deteste [es] el derecho de cada uno a ejercer la religión que quiera y a vestirse como quiera. Como considero que los derechos humanos son superiores a mi punto de vista personal, pelearé porque estas mujeres puedan llevar el velo aunque yo lo deteste”.