Columna de Yuval Noah Harari: Los israelíes necesitan algo más que una vaga exigencia de “destruir a Hamas”

Israeli soldiers walk on a road near the Israel border with Lebanon amid heightened tensions between Israel and Lebanon, in northern Israel
REUTERS


El 14 de agosto de 1941, durante uno de los periodos más oscuros de la Segunda Guerra Mundial, el Presidente Franklin D. Roosevelt y el primer ministro Winston Churchill publicaron la Carta del Atlántico. Mientras la bandera con la cruz gamada ondeaba sobre la Torre Eiffel y la Acrópolis; mientras los londinenses vivían atemorizados por los bombarderos de la Luftwaffe; y mientras los tanques nazis avanzaban hacia Moscú, Roosevelt y Churchill miraron hacia el futuro, y en la Carta del Atlántico trazaron el aspecto que imaginaban que tendría el mundo tras la derrota del nazismo.

La Carta declaraba que los Aliados victoriosos no utilizarían su triunfo para expandir sus territorios, reconocerían los derechos de las naciones a la autodeterminación y al gobierno democrático, y redibujarían las fronteras nacionales sólo con el acuerdo de las poblaciones locales. La Carta pedía una mayor cooperación mundial para mejorar la vida de todos los seres humanos y permitir que todas las personas vivieran libres del miedo, la violencia y la pobreza.

Los ideales de la Carta nunca llegaron a aplicarse plenamente, pero constituyeron los cimientos de un orden mundial nuevo y mejor, y explicaron a millones de soldados y civiles aliados por qué luchaban y por qué arriesgaban sus vidas. La Carta del Atlántico contribuyó a allanar el camino hacia la desaparición del imperialismo; el impulso hacia la igualdad de las mujeres, los negros, los judíos, las personas LGBTQ y otras minorías; y también a la creación del Estado de Israel.

En agosto de 1941, Roosevelt y Churchill no se limitaron a hablar vagamente de la necesidad de “destruir el nazismo”. Del mismo modo, hoy, los israelíes necesitan urgentemente algo más profundo y constructivo que una vaga promesa de “destruir a Hamas”. Necesitamos una Carta de Israel, que explique cómo serán nuestras vidas una vez alcanzada la victoria, y los objetivos positivos por los que se exige a millones de soldados y civiles que arriesguen e incluso sacrifiquen sus vidas.

Los residentes de Be’eri y Sderot, de Kfar Azza y Ofakim, necesitan saber que, tras la victoria, el gobierno los unirá y se preocupará por su seguridad, en lugar de incitar a las divisiones entre ellos -y abandonarlos. Los ciudadanos no judíos de Israel -como las familias del teniente coronel Alim Saad, caído en combate en el frente libanés; Abd al-Rahman al-Nasasara, asesinado por terroristas cuando intentaba rescatar a supervivientes, y Awad Darawshe, asesinado mientras conducía una ambulancia- deben saber que, tras la victoria, disfrutarán de plena igualdad. Millones de mujeres que luchan por mantener unidas familias, comunidades y puestos militares -como Rachel Edri, que salvó a su familia de los terroristas; la soldado de la Policía de Fronteras Shifra Buchris, que salvó a docenas de ser masacradas, y la teniente coronel Or Ben Yehuda, comandante de batallón que en los últimos días ha dirigido a sus hombres y mujeres en la batalla- deben saber que, tras la victoria, no serán devueltas a la cocina ni encerradas tras biombos y velos. Los soldados LGBTQ, como el capitán (res.) Sagi Golan, que cayó en combate en Be’eri una semana antes de casarse con su novio, deben saber que sus relaciones serán plenamente reconocidas por el Estado, y que tras la victoria podrán casarse oficialmente en el Estado por el que arriesgan la vida.

Los padres deben saber que, tras la victoria, las escuelas enseñarán a los niños valores de paz y amor, en lugar de sólo guerra y odio. Periodistas, personas influyentes, poetas y pensadores necesitan saber que tanto cuando los cañones rugen como cuando callan, las musas nunca serán silenciadas. Incluso los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza, a los que Israel exige que muestren moderación y condenen a Hamas, necesitan saber que, tras la derrota de Hamas, un Israel victorioso les ofrecerá su mano en paz, y no explotará esa victoria para expulsarlos de sus tierras o pisotear sus derechos.

Y si este gobierno sueña con explotar la victoria para anexionarse territorios, redibujar por la fuerza las fronteras, expulsar poblaciones, ignorar derechos, censurar la expresión, hacer realidad fantasías mesiánicas o convertir a Israel en una dictadura teocrática, tenemos que saberlo ahora. No nos digan que son cuestiones divisorias que deben esperar hasta que la victoria esté asegurada; o que simplemente ahora no hay tiempo para hablar del futuro. Si Roosevelt y Churchill encontraron tiempo en agosto de 1941 para hablar del futuro lejano, nuestro gobierno de emergencia puede hacer lo mismo. Existe consenso en Israel sobre la necesidad de desarmar a Hamas, pero ¿qué pasa con el futuro de Israel? Netanyahu, Gantz, Eisenkot y otros miembros del gobierno: dígannos inmediatamente cuáles son los objetivos a largo plazo de esta guerra, para que sepamos a qué nos arriesgamos y quizá por qué sacrificamos nuestras vidas.

*Artículo publicado inicialmente en el diario israelí Haaretz en hebreo e inglés, para una audiencia israelí. Copyright Yuval Noah Harari 2023.

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